PEKÍN, CHINA.- Curiosidad, nervios y emoción dominaron la primera corrida de toros en China, que se celebró ayer en un estadio de Shanghai, vestido de luces para una afición que no se atrevió a gritar ?olé?.
Fue una ?Fiesta española? con características chinas, en la que sólo se lidiaron tres astados, que no murieron, después de un breve concierto de pasodobles y un espectáculo de flamenco improvisado en medio del ruedo.
?Han gustado sobre todo las piruetas, el baile del torero con el animal y los momentos de riesgo?, explicó un espectador, para quien la corrida tuvo muy buena acogida entre los asistentes, que se emocionaron, se asustaron y disfrutaron como chavales.
Unas 8,000 personas -el 60 por ciento del aforo- se lo pasaron bien durante hora y media en el espectáculo de tauromaquia, que lograron entender gracias a un locutor que en chino, micrófono en mano, iba explicando lo que ocurría en la arena.
Así conocieron los shanghaineses a los toros mexicanos, de la divisa de Mariano González, que bramaron y resoplaron (sobre todo el tercero) para sorpresa del público, que en ocasiones imitaba su sonido.
Los animales, que tuvieron que volar 50 horas y estar un mes en cuarentena para poder llegar a Shanghai, actuaron con bravura ante los caballos, traídos de Hong Kong, y los tres diestros hispanos, embajadores de la Fiesta en el Imperio Celeste.
El primero en salir al ruedo, el burgalés José Ignacio Ramos Abajo, fue recibido con curiosidad e intriga por la afición china, fría en un principio y cada vez más entregada a medida que avanzaba la corrida.
?Estoquearé el primer toro?, había dicho Ramos antes de viajar a China y quizás habrá quedado decepcionado ya que los organizadores decidieron no matar a los astados, no se sabe si para no herir sensibilidades o para no violar la ley china, que prohíbe la ejecución ?inhumana? de los animales.
El ecuatoriano Guillermo Albán conquistó los corazones de los shanghaineses al coger al toro por los cuernos, lo que desató gritos de temor y múltiples risas nerviosas de unos chinos poco acostumbrados a tanta valentía y emoción.
Piruetas y pases se sucedieron en la arena donde, por último, salió el madrileño Iván García, el mejor para algunos, que disfrutó de la entrega de un público ya caliente aunque también tuvo que ver cómo alguna gente empezaba a marcharse antes de que terminara la faena.
?Faltó solemnidad?, en opinión de un español presente en la corrida, para quien los chinos ?no acabaron de entender el arte del toreo? y por eso reaccionaron de forma diferente a lo que se espera de una afición hispana, riéndose en algunos momentos y gritando en otras ocasiones.
?OOOOOOh? fue la expresión más repetida por el público, que no se atrevió a gritar ?olé? pero siguió fascinado el riesgo del espectáculo conocido como ?touniu jie? (festival del toro) en este país.
Los pañuelos blancos salieron al final, tras explicar el locutor que eso significaba ?que os ha gustado?, acompañados de una ovación para los héroes de la tarde.
Sin orejas ni rabos, porque los animales no murieron, los diestros lanzaron muletas al público, que se peleó por recogerlas, y salieron a hombros de su cuadrilla del Estadio deportivo de Yangpu, adaptado con gradas móviles para la ocasión.
Hoy, en el mismo lugar, se celebrará la segunda corrida de la ?Temporada Shanghainesa?, con igual cartel y otros tres astados mexicanos. Y quizás no será la última, ya que las ciudades de Wuhan, Cantón y Chengdú han invitado a los organizadores a llevar el espectáculo.
Sin embargo, es difícil adivinar si este episodio pasará a la historia como un ?espectáculo exótico? que recordar o supondrá el inicio de una afición que integre a China en el ?planeta taurino?.