El Siglo de Torreón tuvo acceso a los documentos principales e incluso a un video donde se muestra toda la historia de un fideicomiso creado con la intención de investigar las opciones viables para abastecer de agua potable a la capital del Estado de Coahuila, que de acuerdo a las perspectivas que se tenían a la mitad de la década de los noventa, pronosticaban escasez para 2015.
Así las cosas, el entonces gobernador del estado, Rogelio Montemayor Seguy, encabezó en calidad de presidente del fideicomiso llamado Fideagua creado ex profeso para esos menesteres.
Lógico, siempre la previsión es un instrumento para el desarrollo de cualquier eventualidad, máxime si se puede proyectar por medios matemáticos. Aparentemente en Saltillo la preocupación creció en 1994, con la publicación en el diario oficial del Estado de Coahuila el acuerdo para la creación del fondo para el costeo de los estudios pertinentes. Todo bien hasta ese punto, pero las recomendaciones emitidas por esos organismos contenían algunas de las cuales involucran a La Laguna y aquí empieza lo peliagudo.
Una de las ideas para abastecer de agua a Saltillo era el crear una tubería capaz de abastecer el sistema de agua potable de aquella ciudad precisamente de la presa Francisco Zarco (Las Tórtolas para el lenguaje común de los laguneros). Otras contemplaban la perforación de pozos en ejidos fuera del entorno saltillero, suministrarse de los acuíferos de Parras y otras más tomar agua de la cuenca del Bravo.
La disputa legal por la perforación de ocho pozos en los ejidos Carneros I y 13 de La Casita, La India, Tinajuela y Palmas en las que los ejidatarios salieron victoriosos, hizo que la idea se abortara. La intención era en tres etapas: la primera la perforación en los lugares mencionados, la segunda conectar las tuberías hasta Parras y la tercera tomar el agua de la presa. Aún así, se observan obras inconclusas donde el Gobierno estatal erogó dinero que al final resultó inútil, allá por el municipio de General Cepeda.
El agua es sin duda un elemento de vital importancia. La última década la región y el norte en general del país vivieron años de vacas flacas en cuanto a precipitaciones pluviales, lo que por motivos obvios resaltó el valor primordial del líquido.
La publicación de El Siglo de Torreón, plantea una disyuntiva: o al Gobierno actual de Enrique Martínez y Martínez le importó sombrilla el venidero problema, que al cabo era hasta 2015 o la opción del Nazas sigue vigente, lo cual acarrearía un gran debate.
El asunto sería muy previsible, los líderes rasgándose las vestiduras diciendo que sobre su cadáver se llevarán el agua y cosas de ésas y un Gobierno con el tiempo encima tratando de sortear la situación.
Lo cierto es que los números son simples y la realidad es que la arrogante capital y los laguneros coahuilenses nunca hemos jalado en equipo. Los capitalinos toman la mayoría de los beneficios y los recursos que destinan los Gobiernos jamás reflejan equidad respecto a la importancia y generación de impuestos, el cargo de gobernador tiene más de 25 años de no ser ocupado por algún nativo lagunero, por ello la natural reacción opositora de llevarse a cabo la recomendación de Fideagua.
Sin embargo, la intención del plan es llevarse tres metros cúbicos por segundo, o sea, alrededor de 95 millones de metros cúbicos por año, equivalente al casi 12 por ciento del gasto del actual ciclo agrícola de la región. Si se lograse un plan integral donde el estado en los niveles correspondientes invirtieran además de la tubería para llevarse el agua en la eficientización y modernización de nuestro sistema de riego podría representar un ahorro mayor de lo que se pretendía llevar. Hay que recordar que en México en promedio, se desperdicia la mitad del agua. Entonces tal vez una posición viable sería: toma el agua, pero paga para que nuestro sistema mejore y así, mejoremos todos. eirazoqui@elsiglodetorreon.com.mx
