EL SIGLO DE TORREÓN
GÓMEZ PALACIO, DGO.- Incalculable es el número de perros callejeros que a las seis de la mañana salen del corralón donde el Ayuntamiento guarda los camiones de limpieza. Luego se lanzan contra las personas que deambulan por ahí cuando van rumbo a su trabajo.
Este lugar está enclavado en la colonia Nueva Los Álamos precisamente en la prolongación Vergel entre Yucatán y Periférico. Luego de la jornada laboral de cada día, los trabajadores del Departamento de Limpieza dejan los camiones para luego recogerlos poco antes de las seis de la mañana.
De acuerdo a los vecinos del área, los veladores dejan entrar a una gran cantidad de perros callejeros. Y cuando a temprana hora sacan los automotores para iniciar la actividad diaria, los animales salen como desaforados contra los transeúntes.
Adolfo Martínez comenta que no entiende cómo es que el Municipio ha permitido que una de sus propiedades la hayan convertido en albergue de animales pulgosos, sucios y muy bravos que hacen la vida difícil a los vecinos del lugar.
Él como uno de los afectados, comenta que trabaja en la cuarta etapa de la Zona Industrial gomezpalatina y al igual que muchos de sus vecinos, se levanta muy temprano para irse a trabajar. Algunos pasan por esa arteria caminando o en bicicleta, pero de la misma forma son agredidos por los “pulgosos”.
Efraín Mata y Martha González, son una pareja de esposos que trabajan en la misma maquiladora. Salen muy de madrugada porque tienen que dejar a sus niños en casa de un familiar para su cuidado. Pero tienen que caminar por la prolongación Vergel hacia el Periférico. Forzosamente pasan por el corralón donde guardan los camiones de la limpieza del Municipio.
Martha dice que un día un perro negro de los tantos que ahí se alojan ladraba a todo el que pasaba por ahí. “La gente no les hace nada, nadie los molesta, pero esos animales son muy bravos y se tiran sobre uno”.
Ella comenta que un día uno de esos animales se arrojó contra un muchacho que pasó en su bicicleta. Mientras tanto, todos los perros iban tras él. La tela de mezclilla de la pierna izquierda de su pantalón quedó entre los dientes del feroz animal.
“Mi marido le arrojó piedras a ese perro, pues el muchacho cayó al suelo por tratar de defenderse, aunque parecía que también se venía contra nosotros, finalmente y con la ayuda de otros hombres que por ahí pasaron, lograron socorrerlo”, comenta para luego decir que sólo alcanzó a hacerle una rasgón en su prenda de vestir.