Nadie que analice con objetividad la situación que prevalece hacia el interior del Partido Revolucionario Institucional podrá negar que en su seno existen profundas divisiones y divergencias en cuanto a la forma en que este partido debe enfrentar las elecciones del presente año, del entrante y como consecuencia de ellas las del año dos mil seis en que habrá de elegirse presidente de la República y renovarse el Congreso de la Unión.
Las diferencias derivan, entre otras causas, de la forma amañada y atropellada en que el presidente del CEN, Roberto Madrazo, ha manejado los asuntos del partido, de manera especial el relativo al liderazgo de la fracción priista en la Cámara de Diputados. Pero también la burda forma en que pretende aprovecharse de su posición para que el PRI lo postule como su candidato a la Presidencia de la República, lo que ha sido cuestionado por importantes sectores de ese instituto político.
Entre los Gobernadores que han cuestionado esa actitud de Madrazo, se encuentran el de Coahuila, Enrique Martínez y el de Sonora Eduardo Bours, pues ambos consideran que el dirigente priista debe renunciar a su cargo si quiere competir para la candidatura a la Presidencia, así como hablar con la verdad y dejar de lado simulaciones, como la que recientemente se intentó en la reunión de Sinaloa, con la finalidad de aparentar una unidad que no existe.
El Gobernador de Coahuila declinó asistir a esa reunión y demandó hablar con claridad, abandonando las falsas posturas, pues actuar de forma contraria no le hace bien a nadie y menos al país que es lo que más le interesa a la ciudadanía, que desearía contar con partidos fuertes, unificados y con un rumbo claro de lo que pretenden ideológica y prácticamente para la sociedad, lo que a la fecha no existe en ninguno de los partidos fuertes y menos en el PRI.