Desde que el presidente Vicente Fox declaró que la sucesión presidencial ya se había iniciado, las aspiraciones, ambiciones y pasiones en torno a las candidaturas para el más alto cargo de representación unipersonal se hicieron presentes en todos los partidos, lo que ha contribuido a que el ambiente hacia el interior de los mismos se enrarezca aún más de lo que normalmente se encuentra por las luchas entre grupos.
Por ello, en el caso de si la señora Marta Sahagún debe participar o no como candidata a la Presidencia de la República, quien tiene que decir la última palabra es ella; de manera que no es válido, por contradictorio que resulte, que sea el Presidente quien la descarte, pues independientemente de su relación como pareja, Marta es libre de tomar sus propias determinaciones y no es correcto que su marido o cualquier otra persona lo haga por ella.
Lo que sí resulta importante es que la señora no demore esa decisión y el anuncio correspondiente, pues esas indefiniciones generan muchos problemas, no sólo hacia el interior de los partidos políticos, sino también hacia el exterior. Tan esto es así, que las opiniones hacia el interior del Partido Acción Nacional se encuentran divididas, porque mientras unos afirman que ella tiene derecho a participar como precandidata otros la censuran por estimar que no puede desde su posición aspirar a ese cargo.
Lo cierto es que cualquier determinación sobre su participación o no a la candidatura sólo depende de su voluntad y ni siquiera su esposo, el Presidente, puede tomarla por ella, pues al margen de si implícitamente Marta utiliza o no su cargo para realizar proselitismo o promocionar su candidatura, lo cual no está prohibido por la Ley, como ciudadana reúne todos lo requisitos y por tanto tiene todo el derecho de aspirar a la candidatura para la Presidencia del país.