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¡Sin pena ni complejos!

Gaby Vargas

Como papás, siempre nos preocupa cuando oímos un No quiero de nuestro hijo, mientras se enreda en nuestras piernas cuando lo animamos para que juegue con otros niños, cuando le pedimos que salude a alguien o cuando le echamos porras para que haga algo nuevo. Ningún papá quisiera que su hijo fuera considerado diferente, débil, tonto, raro, torpe o algo por el estilo. Siempre deseamos que Érika se suba de nuevo a la bicicleta, después de haberse caído. Queremos que Toño intente ser del equipo de fútbol, aunque lo hayan choteado sus amigos porque lo consideran un maleta. Ansiamos que Ana se ponga su vestido favorito, aunque los niños le hayan dicho que se ve fatal. Quieres que tus hijos tengan carácter y sean valientes, que crezcan sin miedos ni complejos. Que resistan la tentación de seguir la corriente. Que tengan suficiente coraje para decir no a sus amigos cuando lo inviten a fumar, a tomar o a entrarle a las drogas. Alentar a los niños para que sean osados y tengan coraje, no es asunto fácil. Entre más tratas de que sean valientes y les dices ¡ándale, ándale! y que se lancen sin temores, más se resisten. Parece que, apenas los sacamos de su zona de confort, los niños se enroscan, se retraen y se vuelven unos rancheros. ¿La razón? Sienten vergüenza. Les pesa hacer el ridículo, ser rechazados, no cumplir con las expectativas de los demás y sufren de temor a lo desconocido. ¿Qué hacer? Todos hemos experimentado la pena o vergüenza y sabemos, en alguna medida, que este sentimiento es una cuerda que nos amarra y estanca. ¿Cuántas veces, los adultos, por pena, limitamos nuestras posibilidades de crecimiento? Los papás tenemos un papel crucial en la lucha contra este sentimiento nocivo, nosotros podemos moldear y nutrir la vida de nuestros hijos si los animamos para que desarrollen su valentía. Los psicólogos empiezan a reconocer el papel crítico que juega sentir pena, en el desarrollo social de la persona. Los estudios dicen que la mayoría de los jóvenes que alguna vez han sentido vergüenza o humillación prefieren quedarse callados y no platicarlo con nadie. Sienten pena de haber sentido pena. ¿No es una pena? Cuando un niño se sobrepone a sí mismo, crece con la confianza de saber que, en este mundo, todo se puede conseguir a base de valentía. La regla para lograr esto es: Si quieres que tu hijo sea valiente, tú también sé valiente. Los niños huelen la hipocresía, a leguas. Saben cuándo los adultos actúan con falsedad. Detectan cuándo sus papás dicen una cosa y hacen otra. Todos los niños desean ser valientes, es natural, es una aspiración universal. Aquí algunas sugerencias que pueden transmitirle a los niños la importancia del coraje: 1.- Cuando te equivoques, admítelo. El coraje comienza con el valor de decir la verdad. No necesitas expresar culpa, vergüenza o hacer grandes dramas. M?hijo, creo que exageré con el regaño de ayer, no era para tanto... o Se me olvidó el cumpleaños de tu papá y está muy sentido conmigo. Si tu hijo ve que eres falible pero que también eres valiente para reconocerlo, podrá reconocer sus propios errores con facilidad, con gracia y dignidad. 2.- Comparte tus decepciones y rechazos. Si tuviste un mal día, compártelo con tus hijos, pero apégate sólo a los hechos. Papá, ¿por qué te fue mal? Porque pedí un aumento de sueldo y no me lo dieron. ¿Por qué, papá? No sé, mi amor. A veces pides cosas y la gente dice sí, a veces la gente dice no. Entre menos te auto compadezcas, mejor. Los niños no quieren oír disertaciones filosóficas pero están atentos para aprender cómo manejas las situaciones difíciles. 3.-Cuando te sientas orgulloso de ti mismo, también compártelo. Si te impresiona la forma en que solucionaste algo, platícalo con tus hijos. Fíjate que todos en la oficina me decían que mi proyecto sería rechazado pero se me ocurrió presentarlo de una manera en la que no sólo lo aceptaron, sino que también me felicitaron. ¿Qué tal de listo es tu papá, ehh? Al demostrarles a los niños que está bien tomar riesgos, ellos también los tomarán. Y al compartir tu sentido de orgullo, ellos también descubrirán su sentido de orgullo. 4.- No pretendas tener todas las respuestas. Los niños quieren saber por qué las cosas son como son, especialmente cuando no están bien. Con frecuencia, para protegerlos, les damos respuestas lindas: Estoy segura que Pedro no quiso decir lo que dijo... o Tu maestra sólo quiere que aprendas. Esto aminora la habilidad del niño para resolver los problemas por sí mismo. Si no sabes qué decir, una buena forma es usar el algunas veces. Algunas veces, la gente no es buena. ¿Qué crees que puedes hacer? 5.- Demuéstrales el valor que se necesita para ser uno mismo. Los niños crecen pensando que es arriesgado mostrar sus debilidades por lo que harán cualquier cosa para esconder sus vulnerabilidades, inseguridades o temores, especialmente cuando se relacionen con el sexo opuesto. Al platicarle sobre tus inseguridades y temores, él verá que está bien ser uno mismo, tal cual, sin máscaras. En fin, la próxima vez que oigas un No quiero, de tu hijo, en lugar de presionarlo o regañarlo, anímate y comienza por darle el ejemplo de valentía. Vale la pena porque, como dice el proverbio alemán: En la vida hay más cosas que se logran por coraje que por sabiduría. ¿No crees?

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