Agencias
BRASILIA, BRASIL.- La mayor área de libre comercio del mundo, entre 34 naciones de América, debería haberse inaugurado el primero de enero de 2005, pero la única señal visible que queda del ALCA en la región al finalizar 2004 son los graffiti en los muros de la capital de Brasil.
"No al ALCA, No al imperialismo yanqui", dice uno de esos mensajes escritos en una de las paredes de una estación de autobuses cerca del palacio presidencial brasileño.
Diez años de conversaciones no han logrado la creación del Área de Libre Comercio de las Américas, un mercado único que abarcaría desde Canadá a Argentina y que fue propuesto en 1994 por el entonces presidente de Estados Unidos Bill Clinton.
Nadie pensó que sería fácil unir al país más rico del mundo con algunos de los más pobres. Pocos imaginaron el enfrentamiento que surgiría entre Estados Unidos y Brasil.
Las mayores economías de América del Norte y de América del Sur, se reunirán a comienzos de 2005 para tratar de establecer una nueva fecha límite para el lanzamiento de un ALCA menos ambiciosa y "ligera" después de que ambas partes no pudieron llegar a un acuerdo sobre la primera versión.
"Pienso que habrá mucha presión por parte del nuevo Gobierno del presidente (George W. Bush) frente al ALCA", dijo el analista Norberto Consani de la Universidad Nacional de la Plata de Argentina. El segundo período de gobierno de Bush comenzará el 20 de enero.
"Este va a ser un año clave en las negociaciones internacionales, pero no sé qué tan fácil será para el presidente Bush romper la resistencia del eje Argentina-Brasil", agregó.
Desde el comienzo, los críticos dijeron que temían que el ALCA significara la pérdida de empleos y el incremento del poder corporativo que ellos han asociado con el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, que agrupa a Canadá, México y Estados Unidos.
Las empresas brasileñas temían a sus rivales estadounidenses más competitivos. Los agricultores estadounidenses temían a los agricultores brasileños más competitivos.
Los políticos latinoamericanos pronunciaron discursos demagógicos en una región en que las intenciones estadounidenses se consideran altamente sospechosas.
Luiz Inácio Lula da Silva, antes de convertirse en presidente de Brasil, calificó al ALCA como "una política de anexión de América Latina por parte de Estados Unidos". En Argentina, el presidente Néstor Kirchner a menudo evoca el sentimiento estadounidense.
Los problemas surgieron durante una reunión en Ecuador en 2002, cuando Brasil dijo que no entraría a formar parte del ALCA a menos que Estados Unidos redujera 19 mil millones de dólares en subsidios que bloqueban las importaciones de productos agrícolas.
El representante comercial de Estados Unidos, Robert Zoellick, dijo que si Brasil no quería tener vínculos comerciales con Estados Unidos, siempre podría escoger "otra dirección...
Antártida".
El comentario tocó la fibra nacionalista en Brasil. Los diplomáticos responsables de las negociaciones comerciales comenzaron a buscar mejores condiciones en un acuerdo con la Unión Europea.
Los europeos son más simpáticos
No obstante, los diálogos comerciales entre el bloque aduanero Mercosur -compuesto por Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay- y la Unión Europea no lograron cumplir la fecha límite del 1 de noviembre de 2004 tras un intercambio de ofertas.
Al igual que Estados Unidos, la Unión Europea ha buscado acceso a inversión, los mercados de compras del Gobierno y de servicios, a cambio de un mayor acceso del bloque sudamericano a sus mercados agrícolas.
"No hay señal de que las conversaciones vayan a ser más fáciles con Europa", dijo Andre Nassar, jefe del Instituto para el Estudio de Negociaciones y Comercio Internacional.
Consani dijo que Argentina y Brasil deberían primero fortalecer el Mercosur y luego preocuparse por el ALCA.
"Bajo las condiciones actuales, seguir avanzando y negociando un ALCA por separado, o disolver la unión del Mercosur, sería un suicidio para estos países", agregó.
Un ALCA menos ambiciosa podría ser posible en 2006 si las barreras al comercio agrícola se superan en los diálogos comerciales globales, dijo el ministro brasileño de Asuntos Exteriores, Celso Amorim, en una entrevista reciente.
"Brasil nunca se opuso a los diálogos del ALCA", agregó Amorim. "Simplemente es que cuando quedan enfrascados en la burocracia, tienden a sacar a colación el fundamentalismo de ambas partes".
Sin embargo, en vista de que 2006 es un año electoral, Nassar duda que el gobierno de Brasil logre acuerdos que puedan afectar su industria.
Estados Unidos y Brasil reanudarán sus diálogos del ALCA basados en un compromiso alcanzado en Miami en 2003. Brasil acordó discutir los temas de subsidios y anti-dumping en el foro de la Organización Mundial de Comercio. Estados Unidos aceptó una versión menos ambiciosa del pacto. La fecha será establecida después de la toma de posesión del presidente Bush.
"Nuestro desafío será trasladar el mandato de Miami a negociaciones específicas", dijo una portavoz del Representante Comercial de Estados Unidos en Washington.
Lograr un ALCA en última instancia necesitará de la determinación política de ambas partes, dijo el analista Peter Hakim.
"Tanto Bush como Lula tendrán que invertir un enorme capital para lograr que las negociaciones salgan adelante", djio Hakim, presidente del grupo de expertos Diálogo Interamericano en Washington.