La cúpula empresarial del país insiste: la economía del país no ha avanzado y el motivo de ese estancamiento son las confrontaciones que acaparan la atención de la clase política del país. Pero más allá inquieta que no haya claridad suficiente en el derrotero nacional.
En días pasados, el secretario de Gobernación, Santiago Creel festejaba: “El país cuenta con gobernabilidad y estabilidad política, lo que se traduce en estabilidad económica”.
La respuesta de los empresarios es contundente: puede haber tal estabilidad, pero no se ven los beneficios porque se ha perdido el rumbo. José Luis Barraza, quien tomará mañana posesión como dirigente nacional del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) asegura: “Lo que requerimos ahora es que chorreen los beneficios de tener una economía con estabilidad, un tipo de cambio fuerte con inflación y tasas bajas”. No es posible aumentar el crecimiento de México –dice Barraza- sin antes lograr seguridad jurídica y un ambiente político estable.
El líder empresarial adelanta que hará un severo llamado de unidad a los funcionarios que tienen en las manos el destino nacional. Quien deja el cargo, Héctor Rangel Domene, respalda esta concepción. Entre los actores políticos no se han podido abonar los acuerdos que se quisieran para destrabar la parálisis que el país está viviendo.
Donde algunos insisten en ver estabilidad y bonanza otros avizoran horizontes de zozobra. Los diferentes niveles de Gobierno no han logrado soluciones a crisis impostergables como la falta de empleos, un sistema de pensiones obsoleto, fallas y omisiones en las prácticas de transparencia e incluso desacatos intencionales de la Ley.
Un barco no sólo está en peligro cuando hace agua o cuando azota la tormenta: hay riesgo cuando no se tiene brújula u otra forma de orientarse. Cuando ha perdido el rumbo quien lleva el timón del país, es lógico esperar el reclamo de quienes están embarcados en la misma expedición.