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SNTE: democracia postergada

Gabriel Castillo

México vivió a principios del siglo pasado una cruenta lucha intestina en la cual muchas mujeres y hombres murieron en defensa del sufragio efectivo y por la no reelección. La historia de nuestro país así lo registra y los maestros nos hemos encargado de enseñarlo a los niños y jóvenes en las escuelas públicas o privadas, utilizando además para ello los libros de texto gratuitos desde que fueron creados a partir de la segunda mitad del siglo XX. La consecuencia de esa lucha ha sido un avance, insuficiente pero real de la democracia en el ámbito formal de las elecciones constitucionales, como lo demuestra la alternancia en el poder, concretada en el año 2000 con el triunfo indiscutible del hoy presidente Fox. Su ascensión a la Primera Magistratura con la legitimidad que da el voto mayoritario nos obliga a quienes no votamos por él a reconocerlo como Presidente de todos los mexicanos, aunque no estemos de acuerdo con sus políticas y con la manera de conducir nuestra nación.

Los maestros estamos comprometidos con la niñez y la juventud mexicanas a enseñarles contenidos relacionados con nuestra historia, con la educación cívica, con la ética y los valores. Lamentablemente mucho de lo que hoy pasa en México respecto a la corrupción, la desintegración social y la perversión de la política, tiene que ver con el paulatino abandono de esas enseñanzas fundamentales por parte del magisterio. Mucha falta hace volver a predicar con el ejemplo y recuperar el coraje cívico, la iniciativa, la capacidad de respuesta que se requiere, frente a los muy variados problemas que aquejan a los trabajadores de la educación y a la sociedad mexicana en general. Para lograr esto tenemos que empezar por nuestra casa, por nuestro sindicato. Los maestros no podemos permanecer callados o indiferentes ante lo ocurrido en el pasado V Congreso Nacional de Reforma Estatutaria del SNTE. Me explico enseguida.

Cuando se anunció, desde mediados del año pasado, la realización de un Congreso en noviembre de 2003 para reformar los estatutos del SNTE, con el propósito de impulsar como punto medular la implementación del voto universal, directo y secreto de todos los trabajadores de la educación para elegir dirigente nacional y seccionales, muchos creímos que había llegado el momento para una verdadera transformación de nuestro sindicato, lo cual se traduciría en una mayor fortaleza del mismo para resistir los embates del exterior. No ocurrió así; se suspendió el evento y entró la dirigencia nacional en un sospechoso hermetismo acerca de la nueva fecha y lugar en que debiera efectuarse. Finalmente, entre el domingo 14 y el lunes 15 de marzo pasados, se concentró a los casi tres mil delegados en la ciudad de México, en Toluca, Puebla, e incluso Veracruz, para trasladarlos “casi a ciegas” a la sede del V congreso que hasta el último momento se supo sería en Tonatico, una comunidad del estado de México, cercana a Ixtapan de la Sal. Nuevamente se vivió la experiencia de un Congreso clandestino, o casi. ¿Nos acordamos cómo fue electo el dirigente Rafael Ochoa Guzmán en Chihuahua?

No puede sino llamarse clandestino o secuestrado un Congreso a cuya inauguración no tuvieron acceso los medios de comunicación y que estuvo “protegido” por un fuerte dispositivo de seguridad ordenado por el gobernador Arturo Montiel, para garantizar la tranquilidad de su amiga Elba Esther Gordillo. Pero no bastó con la fuerza pública, pues también se habilitaron como grupo de choque a dos mil trabajadores pertenecientes a la Sección 17 del SNTE y a quinientas personas que se denominaron Los Halcones y que, según testigos, se distinguían por un brazalete verde y estuvieron dedicados a vigilar la periferia del lugar donde se desarrolló el evento. ¿Para qué era necesario semejante operativo que, por lo demás, significó un enorme derroche de recursos tomados de nuestras cuotas sindicales? Pues sencillamente para perpetrar otro Elbazo, es decir, para entronizar a la Profesora Gordillo Morales creándole el cargo de Presidenta del Comité Ejecutivo Nacional del Sindicato más grande en número de afiliados en el país.

¿Qué pensamos de ello los trabajadores de la educación y especialmente los maestros que nos decimos responsables de la formación de alumnos críticos y de contribuir al desarrollo de la conciencia de los jóvenes en su condición de futuros ciudadanos? ¿Estamos de acuerdo en que la Profesora Elba Esther sea la Presidenta de nuestro sindicato, en el que ya fue Secretaria General por seis años, con una reelección a cuestas y en el que ha ejercido el poder tras el trono por otros nueve, con una trayectoria no muy benéfica para el gremio? ¿Avalamos que el Profesor Rafael Ochoa se reelija por otros cuatro años más como Secretario General, ahora con el agregado de “Ejecutivo”?

Como trabajador sindicalizado en activo expreso una respuesta negativa y mi rotundo rechazo a lo ocurrido en el SNTE, pues no concibo a nuestro sindicato convertido en refugio o “búnker” de una sola persona a la que le falló el cálculo político al interior de su partido, el Revolucionario institucional. Reconozco inteligencia, audacia y demostración de control político en el golpe de timón dado por la Profesora Elba Esther Gordillo en el SNTE. Pero estoy convencido que ello profundizará, indudablemente la crisis interna y hará más vulnerable a la organización frente a los enemigos externos, que buscan seguir golpeando el sindicalismo mexicano ya de por sí débil.

Por lo tanto, me queda claro que el V Congreso Nacional de Reforma Estatutaria pasará a la historia como el Congreso que despertó falsas esperanzas, el del engaño, la arbitrariedad y sobre todo de la postergación de la democracia en el SNTE.

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