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Sobreaviso/ Ni le muevan

René Delgado

Dos monólogos no suman un diálogo. Si las fiestas patrias fueron ocasión para que Vicente Fox y Andrés Manuel López Obrador se propinaran un increíble buenosdías que conmocionó a la nación, el puente -en el doble sentido de la expresión- de nada sirvió. No posibilitó el reencuentro, sino el encontronazo entre los dos. La atmósfera creada y la escenografía montada con motivo del encuentro del miércoles funcionó a la perfección: todo se dispuso debidamente para que se diera el encontronazo previsto. La fotografía en la que, por lo visto, ambos estaban ansiosos por aparecer fue espléndida: el gesto duro, los rasgos tensos, ninguno de los dos viéndose a los ojos sino al lente que congeló su malestar. Ambos políticos cuidaron hasta el último detalle para lograr ese resultado.

Andrés Manuel poniendo una agenda; Vicente Fox, otra. Los dos regalándose en la antevíspera y la víspera cuanta descalificación podían. Los dos haciendo hasta lo imposible por no verse, sin dejar ver que no querían verse. Y, por si algo faltara, Santiago Creel y Eduardo Sojo haciendo acto de presencia donde nunca debieron estar.

Todo esto sin mencionar la fría sala de juntas que se dispuso como una amable mesa para no dialogar. Más acogedor hubiera resultado el Auditorio Nacional para una plática entre dos. En esa atmósfera y con esa escenografía, Vicente Fox y Andrés Manuel López Obrador echaron a retozar su reiterado monólogo, sin considerar que dos monólogos no suman un diálogo.

La simulación del amable encontronazo no duró ni doce horas. Al amanecer, Andrés Manuel lanzó el primer misil que respondió Santiago Creel; luego, al mediodía vino la contrarréplica con la acusación de que el Presidente de la República manipula el proceso de desafuero y después, subió Vicente Fox al ring exhibiendo a Andrés Manuel como un mentiroso.

Ahora, por fortuna, ya hay plena y absoluta certidumbre política: la distancia entre los dos políticos es insalvable. El país ya sabe adónde va. Suena la campanilla. Vamos al siguiente asalto de la pelea.

*** Esos que piensan, no la amuelen. Menuda tarea se echaron a cuestas el jurista Diego Valadés y el diputado Manuel Camacho. Armaron un encuentro, cuando todo apunta al desencuentro. Plural, abierto, diverso, interesante el foro para reflexionar qué hacer, finalmente tuvo lugar. Podría ser la buena noticia de la semana. Actores distintos consiguieron montar una obra difícil de imaginar en estos días: reflexionar sobre el país. Mirar un poco más allá del escándalo en turno y acaso, sentar las bases y el margen de maniobra no de éste sino del próximo Gobierno.

Mirar hacia delante, asumiendo el sexenio perdido. De las ideas expuestas muchas son rescatables y exigen consecuencia. No fue una reunión de diagnóstico. El diagnóstico estaba, como está, hecho. Más bien se trataba de recomendar receta y ensayar. Todo iba muy bien hasta el jueves. Ese día, entre otros participantes, estuvo el secretario de Gobernación, Santiago Creel, quien habló de la conveniencia de pensar en un jefe de gabinete, a partir de un hecho incontrastable: el agotamiento del presidencialismo tradicional.

Se le pasó al secretario que dentro de sus facultades está esa función pero, en fin, fue una idea. El negrito en el arroz vino el miércoles. Quizá, nomás por no perder la oportunidad de mostrar cuán mal está coordinado el Gobierno, el Presidente de la República dio a conocer ese día su opinión. El jefe del Gobierno del cambio dijo algo así como: ?qué cambio, ni qué cambio, lo importante es el continuismo?. Va la cita textual: ?Hoy todo mundo quiere establecer la agenda. Hoy, hay quien habla de que hay que modificar el modelo económico; de que hay que modificar el modelo político. Que tenemos que ir a un sistema parlamentario, que tenemos que ir a un sistema semipresidencialista. Que tenemos que modificar la Constitución de la A a la Z. Y muchas otras sugerencias que salen. ?Yo me permito recomendar mucha prudencia, sobre todo mucho sustento en las ideas que se proponen, porque no hay duda de que la permanencia de la política pública es un factor decisivo para que se alcancen buenos resultados (...) Es muy interesante ver cómo la permanencia de políticas públicas da resultado, que va en contra de estas ideas que se van generando al vapor y que, finalmente, lo único que hacen es que no se derrame el desarrollo en el bolsillo de los ciudadanos?. No hubo servicio de traducción simultánea, pero quedó claro que el anunciado cambio al inicio del sexenio ya no tiene vapor y que es una necedad eso de andar pensando. Por lo demás, si hace tiempo alguien propuso cambiar la Constitución fue el mismo Gobierno. Qué necesidad de reflexionar, si vamos bien como vamos, aunque no esté muy claro adónde vamos.

*** El resumen de la semana es elocuente. Deja tres claras lecciones. Uno. Los convenios o acuerdos suscritos no obligan necesariamente a las partes y menos si están mal hechos; se puede, eso sí, tratar de corregirlos pero, valgan o no valgan, nadie debe ser responsabilizado de ellos. Dos. Una cosa es darse los buenosdías; otra es manifestar disposición al diálogo, y una muy distinta es dialogar. Que quede claro que una cosa es una cosa, y otra cosa es otra cosa. Tres. El cambio en el Gobierno del cambio es sostener el continuismo. Pensar o reflexionar en otro país no es recomendable. Realizar otro país, es imposible. La nueva filosofía del Gobierno del cambio es: ni le muevan.

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