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Sociedades Post Sexuales/Diálogo

Yamil Darwich

¡Buenas noticias para los “viejos”!

Hoy día, el desarrollo de la investigación científica, incluidos los avances en cuestiones del estudio de las ciencias biológicas y salud, ofrecen al ser humano nuevas perspectivas sobre sus formas de vida y convivencia social.

Al decir de algunos autores, el futuro que nos espera apoyados con la biotecnología, puede ser un muy importante factor en las leyes y políticas que dan orden a la convivencia social.

El futuro próximo se vislumbra promisorio para los seres humanos, que podrán acceder a una mejor calidad de vida, la que según algunos científicos, de continuar los avances en investigación al paso vertiginoso generador de descubrimientos maravillosos, para 2050, será posible vivir hasta ciento cincuenta años.

Usted, de primera intención podrá pensar: ¿para qué vivir tanto como viejo “achacoso”?

La enorme diferencia estribará en que bien pudiera ser que esa vida prolongada tuviera además la calidad suficiente en términos de salud y vigor físico como para querer vivirla.

Desde las primeras teorías científicas sobre el origen de las especies, con las ideas de pensadores como Oparin y Darwin, concluimos que el envejecimiento era un paso en el proceso de la vida; nacer, crecer, reproducirse y morir eran las fases que considerábamos “naturales” y ahora, ante la posible alteración, la Bioética debe encarar un tema serio y grave a través de una muy formal y humanista discusión con profunda reflexión intelectual.

El criterio generalizado se reflejaba en frases tradicionales de nuestra cultura; por ejemplo: ¿Qué razón habría para continuar con la vida sexual activa si ya tenemos “hijos grandes”? Aún más, la actividad se consideraba injustificada (tabúes sociales y religiosos) al terminar la fertilidad de la mujer.

Aún en pleno 2004, existen esos mismos bloqueos en la libertad para disfrutar del desempeño psicosexual activo, a pesar de las mejores condiciones de vida y salud que las ciencias y las técnicas les ofrecen a los mayores. Calificativos de ¡Mujeres “locas” y “viejos raboverdes”! son títulos ofensivos para quienes han llegado a la tercera edad y se atreven a aspirar a disfrutar o expresar su gusto por la sexualidad activa.

Los estudios en genética están avanzando sorprendentemente: los investigadores han descubierto que el envejecimiento tiene que ver con el acortamiento de las cadenas de ADN y que existe una enzima llamada “telomerasa” que provoca el citado proceso, desencadenando un ciclo bioquímico que termina con la muerte celular; esta teoría, conocida como de “telomerasas recortadas”, ha animado a Geron and Advancea Tecnology, laboratorio químico biológico de E.U.A. a tratar de obtenerla con fines comerciales.

Leonar Guarente del Massachussets Institute & Tecnology, ha declarado que sus estudios le han llevado a mostrar la existencia de un gen, el SIR 2 “regulador silencioso de la información”, que reprime a los que generan sustancias tóxicas para las células corporales. De ser así, en pocos años podremos manipular genéticamente a los seres humanos bloqueando ese proceso de envejecimiento, aunque hay otros científicos que dicen que el fenómeno es más complicado que simples genes y enzimas que dejan de cumplir con su función, o simplemente activar o desactivar bioquímicamente los procesos.

De todos es conocido que algunos grupos étnicos tienen más esperanza de vida que otros; así, quienes consumen dietas bajas en calorías viven hasta un cuarenta por ciento más; hoy es aceptado por los médicos del mundo que los carbohidratos son oxidantes, sustancias responsables en buena parte del proceso del metabolismo animal que se conoce como “catabolia”, que genera el desgaste, envejecimiento y destrucción celular. Esa es la razón del porqué las industrias farmacéuticas han empezado a utilizar un sinnúmero de “óxidorreductores” como el caso de las vitaminas, que les deja ingresos económicos fabulosos.

La historia refleja estadísticas poblacionales y de salud que son contundentes: la adecuada alimentación es la base de la buena salud y de la prolongación de la vida de los habitantes del mundo moderno.

De acuerdo a las enseñanzas de Manuel Barquín, ex catedrático de la U.N.A.M., precursor del estudio de la Historia de la Medicina en México, el humano de las cavernas tenía una esperanza de vida de 18 años en promedio; llegar a viejo era harto difícil por las infecciones, la mala alimentación y condiciones; de hecho, sobrepasar la infancia ya era un verdadero triunfo. Los accidentes en la caza y pesca, la lucha con animales y otros seres humanos, enfermedades como la tuberculosis y todo tipo de infecciones les hacían morir en etapas muy tempranas.

Para el medioevo, los humanos podían aspirar a vivir hasta los 50 años, interesantemente uno de los inventos que prolongó la vida y que para algunos autores está entre los de mayor trascendencia fue el jabón; en el siglo XVIII, el 50 por ciento de los niños aún morían antes de cumplir los 15 años.

En el siglo XX, el arribo de los antibióticos y la sistematización de la aplicación de las vacunas revolucionaron al mundo, hasta permitir 67, 77 y aún 87 años de promedio de vida en países desarrollados que cuentan con una alimentación adecuada, buena atención de la salud y alta calidad de vida social. Así, no deben extrañarnos los pronósticos de que los seres humanos podamos aspirar a vivir más tiempo a partir del 2050.

Pero no todas son buenas nuevas: ese incremento de vida, sumado al decremento de nacimientos, crearán una humanidad de personas mayores que limitarán las oportunidades de los jóvenes (¡para entonces minorías!) y tratarán de legislar para lograr leyes acordes a su edad y necesidades; eso merece una reflexión aparte.

Quise compartir con usted este Diálogo considerando que el próximo día 28 de agosto será el “Día del Anciano”, nombrecito que suena desgastado y fuera de contexto porque existen muchos hombres y mujeres (yo conozco a varios) que sólo aceptan y demuestran ser “jóvenes con juventud acumulada”. Por ahora los humanistas estamos de plácemes al tener la esperanza de gozar a nuestros “viejos” por más tiempo y que ellos disfruten de una mejor vida. Si usted conoce a alguno o tiene la suerte de contar con él en la familia, por favor no olvide felicitarlo y pedirle que le comparta de esa “juventud acumulada”. Le aseguro que lo van a sorprender.

ydarwich@ual.mx

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