EL SIGLO DE TORREÓN
Bancos de Alimento, una opción para luchar contra la hambruna.
TORREÓN, COAH.- Mientras que en nuestro país 26 millones de mexicanos viven o sobreviven sin el alimento mínimo necesario, panaderías, restaurantes, centrales de abasto y tiendas departamentales tiran diariamente 17 mil toneladas de alimento.
Este desperdicio es cien por ciento consumible que de ser donado, contribuiría a mejorar las paupé-rrimas condiciones de vida de miles de familias que habitan el medio rural en los llamados “cinturones de miseria” a las orillas de las ciudades.
Debido a las condiciones económicas del país, muchas personas aunque trabajan no logran consumir el alimento mínimo diario, básico para tener una salud aceptable y un sano desarrollo, en el caso de la población infantil el problema se agrava.
La Comarca Lagunera no es la excepción. Debido a la crisis en el campo, a la eterna sequía que ha obligado a muchos abandonar la agricultura, al grave desempleo, sobre todo por el cierre de empresas maquiladoras, los índices de pobreza extrema urbana, marginación, desnutrición, aumentan y se convierten en un círculo vicioso.
La donación de alimentos no se ha sistematizado. Los empresarios desconocen los esquemas de ayuda que podrían utilizar para hacer llegar el beneficio de esas miles de toneladas de comida que tiran, a las familias desprotegidas que claman por ayuda.
La hambruna no sólo se ve por televisión
En opinión del Obispo de la Diócesis de Torreón, José Guadalupe Galván Galindo, la generosidad se impone en estos momentos.
“No es necesario ver la televisión para observar escenas patéticas de miseria y cuerpos famélicos, pues aquí mismo en Torreón, en algunas colonias periféricas y populares, hay gente que no tiene para comer”.
La realidad contrasta con la de los supermercados, panaderías y tiendas departamentales donde se dejan de vender alimentos aún aptos para el consumo y sencillamente se tiran a la basura.
El representante de la Iglesia Católica habla entonces de la función que realiza Cáritas a través de su Banco de Alimentos, que opera desde hace tres años y recientemente inauguró nuevas instalaciones en la colonia Nueva California
Hay pues en Torreón ya una estructura que debe ser aprovechada para darle de comer al que tiene hambre y una sed simbólica de ayuda.
El Obispo exalta la necesidad de ser generosos y extender la mano hacia quienes lo necesitan, pues si los bienes se pueden compartir, hay que hacerlo en aras de luchar por un equilibrio y justicia social.
Hay que dar lo que pueda servir
Regalar lo que nos sobra, lo sucio, viejo o ya inservible, suele ser una práctica muy común y se aprecia cuando instituciones asistenciales realizan colectas de ropa, medicina o alimentos enlatados.
Para el presidente de la Cámara de Comercio de Torreón, Luis Cuerda Martínez, normalmente el comercio organizado es generoso y está presto para apoyar tanto casos de contingencia como cuando se le solicitan donativos por parte de organismos de ayuda a la población como la Cruz Roja, la Casa del Niño, Casa de Jesús, Centro de Salud Mental entre otros.
Se tiene la referencia de que los principales grupos de tiendas departamentales están organizados de manera interna para evitar el desperdicio. Lo que no se logra vender se reparte oportunamente para que no sean alimentos caducados.
En los menores de los casos, tienen un sistema de control de “mermas” que les permite comercializar a muy bajos precios los alimentos inservibles que algunos particulares adquieren regularmente para alimento de animales y en esto se cuenta el pan, las frutas, verduras, principalmente.
La situación de pobreza va mucho más de allá de alimentar a una familia, evidencia la manera tan grave que está golpeando el desempleo en la Comarca Lagunera y esto se refleja en que hay cada vez más personas necesitadas de ayuda. Hay pobreza urbana, gran falta de empleo que pega duro en la economía y además agranda los cinturones de miseria en las ciudades.
“Aún las personas que tienen trabajo, no les rinde el ingreso porque se ven en la necesidad de llevar menos al hogar, porque no es mejor la calidad del alimento que llevan y si acaso es el indispensable y que gradualmente va deteriorando la calidad de vida”.
Según Cuerda Martínez, la situación es tan desigual que en el país “estamos generando pocos muy ricos y muchos muy pobres”.
Banco de Alimentos de Cáritas
Desde hace trece años y medio funciona en Torreón el Banco de Alimentos bajo la responsabilidad de Cáritas y con el espíritu de emprender una lucha contra el hambre y la desnutrición. A través de esta institución se acopian, seleccionan y distribuyen productos perecederos y no perecederos, mediante tres diferentes programas.
El programa número uno es el de despensas quincenales a personas en situación de pobreza extrema, principalmente ancianos, enfermos. Se entrega un promedio de dos mil despensas mensuales, previo estudio socioeconómico y visita domiciliaria.
El programa número dos entrega despensas en las zonas marginadas. Se realizan visitas previas a las comunidades y el producto se hace llegar mediante grupos voluntarios de Cáritas Parroquiales y otros grupos de voluntarios cuyo trabajo desinteresado es comprobado previamente.
Por último el programa número tres brinda poyo alimentario a comedores y otras instituciones asistenciales a las que se visita periódicamente para verificar su necesidad de apoyo así como de funcionamiento.
Joaquín Guerrero Rivera, encargado del área de Comunicación Social de la institución, dice que el Banco de Alimentos, inaugurado recientemente en sus nuevas instalaciones de avenida De la Paz número 300 de la colonia Nueva California, en la actualidad acopia, selecciona y distribuye un promedio de 67 toneladas mensuales de muy diversos productos alimenticios que han permitido beneficiar alrededor de 14 mil personas por mes.
Entre el mes de diciembre de 2003 y enero de 2004 el beneficio llegó a 19 mil personas.
Los alimentos que se reparten entre la población beneficiada son frutas, verduras, productos lácteos, pan, cereales. Otros como el arroz, pasta, frijol, aceite, azúcar son comprados por la institución.
Lo anterior significa que del tonelaje de alimentos que hace llegar a la población necesitada, Cáritas recibe 40 y el resto es de su aportación.
Las áreas de trabajo son comunidades rurales de la Comarca Lagunera de Coahuila y Durango, así como las colonias populares.
Dentro de las instituciones que se benefician con alimentos son la Casa del Niño, Casa de Jesús, Cereso, comedores escolares en ejidos. Sobre todo en el campo, hace falta más ayuda, pues la crisis de empleo que enfrentan estas comunidades ha empobrecido a la población.
Hasta ahora la respuesta de las grandes empresas donadoras de alimentos ha sido buena, pero el camino es largo y la diferencia entre lo que se capta y lo que se necesita para alimentar a la gente necesitada es abismal.
Situación lamentable
A la basura o como alimento para los cerdos, van a parar día con día, grandes cantidades de pan, verduras y frutas en buen estado, que aún con sus propiedades nutritivas, algo fríos o magullados en el caso de los perecederos, de aprovecharse, representarían un autentico manjar para quienes viven en extrema pobreza.
Esto es resultado del vacío que existe en cuanto a esquemas de organización y distribución de alimentos que sean funcionales y por lo tanto, efectivos para hacer llegar víveres a cientos de familias que aquí en la ciudad, pasan hambre.
Julio Luna Solís, ex presidente de la Cámara Nacional de la Industria Panificadora, expresa que esta situación es lamentable, ofende e indigna porque aunque se puede, nada se hace por aliviar un poco las paupérrimas condiciones de vida en la que viven cientos de personas.
Como otros sectores productivos, la industria panificadora enfrenta actualmente una severa crisis en ventas. El empresario estima que las mermas han ido en aumento hasta en un diez por ciento.
La producción de pan se estima por el orden de los 220 mil kilos al mes en el ámbito regional y de esto son como 500 bultos de harina los que no se venden.
Indica que aunque este sector, tradicionalmente participa otorgando donativos en especie a institucio-nes de asistencia social y colabora en eventos especiales y fechas claves como los que organiza el DIF, existe aún un fuerte desperdicio.
Y es que la cultura del desperdicio está muy arraigada, “es por desconocimiento y falta de información respecto a qué y cómo hacerle para canalizar esos alimentos de manera que efectivamente lleguen a las manos de quienes los necesitan.
El empresario subraya que se requiere una cultura de solidaridad, ser generoso en el decir y el hacer porque realmente existe mucho campo de acción: De la mano del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) o alguna otra instancia dedicada a la asistencia social se podrían hacer desayunos en donde seguramente habría el apoyo de empresas lecheras.
Desayunos en escuelas, en colonias, se puede hacer infinidad de actividades que permitirían aprove-char todo el pan dulce o blanco que no logra venderse.
Expresa que oportunidades de ayudar las hay, sobre todo porque al menos en el sector de la industria panificadora las ventas se mantienen a niveles bajos.
Realidad en cifras
A partir de este año, es ilegal para la Iniciativa Privada deshacerse de alimentos en el país, éstos deben ser donados.
En nuestro país, existen 49 Bancos de Alimentos que atienden a una población superior a las 500 mil personas diariamente.
De acuerdo con la Asociación Mexicana de Bancos de Alimentos (AMBA) el valor de las 17 mil toneladas de alimentos que las empresas tiran a diario, es de aproximadamente 170 millones de pesos.
El desperdicio se debe entre otras cosas a que los empresarios no saben que la Ley prohíbe el desvío, comercialización y desperdicio irracional de alimentos.
Hasta el año 2003, las empresas estaban obligadas a informar al Sistema de Administración Tributaria (SAT) de la destrucción de sus inventarios.
A partir de este año de 2004, la Ley los obliga a donar esos alimentos en buen estado y en la actuali-dad, muchos empresarios no saben que deben hacer esta notificación para que los Bancos de Alimentos puedan reclamar estos productos y distribuirlos entre la población más necesitada.
La nueva Ley de Donación Obligatoria, prevista en el Código Fiscal de la Federación y que entró en vigor este año, establece un plazo de notificación de 30 días de anticipación a su fecha de destrucción, en el caso de mercancías que hayan perdido su valor.
Se fija otro plazo que es de 15 días, cuando se trate de productos perecederos o con dificultad para almacenarlos.
De no presentar las empresas un reporte en cualquiera de los dos casos, se presumirá que para fines de cobro de impuestos, los bienes faltantes se vendieron y reclamará en consecuencia el monto.
Con esta Ley se pretende recuperar cuando menos un 25 por ciento de las 17 mil toneladas desperdi-ciadas diariamente.
FUENTE: Investigación de El Siglo de Torreón