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Sólo una historia

Alejandro Irigoyen Ponce

Sostiene la joven ejecutiva taiwanesa Pam Wei-kang que la liberación del temor es el requisito básico para una sociedad civilizada... y simplemente tiene razón.

Entre el clima de incertidumbre que genera la amenaza de huelga en el IMSS, la violencia preelectoral en Oaxaca, el proceso de extradición de Rogelio Montemayor, las pugnas políticas, la inamovilidad legislativa y el asesinato del líder cenecista en Durango, los medios de comunicación a lo largo y ancho el país dan cuenta –además- de medio centener de incidentes que con una visión globalizadora podrían parecer aislados, pero que reflejan el mundo que viven cotidianamente millones de mexicanos.

El drama de la familia Martínez, de Nezahualcóyotl, en el Estado de México, parece que terminó, si no es que apenas empieza: tras 41 días de permanecer secuestrado, una vez que sus familiares pagaron 420 mil pesos por el rescate, el niño Hugo Romario, de tan sólo seis años de edad, fue liberado con dos dedos mutilados de su mano izquierda.

Una historia entre miles: El menor fue plagiado el 16 de junio y los secuestradores exigían cuatro millones de pesos a cambio de respetar su vida y su libertad. Luego de varios días de negociación sus captores mutilaron al menor enviando a la familia el dedo meñique de la mano izquierda el pasado 24 de junio.

No obstante que el padre del infante había explicado a los plagiarios que carecía de recursos suficientes para pagar el rescate, los secuestradores exigieron que reuniera al menos medio millón de pesos, de lo contrario no volvería a ver a su hijo. Los familiares sólo alcanzaron a juntar 420 mil pesos; los plagiarios aparentemente se convencieron que no lograrían sacar más y finalmente liberaron al menor el pasado 25 de julio. El padre de Hugo Romario fue a buscarlo donde los secuestradores le señalaron y lo encontró vestido con ropa blanca y guantes de color azul.

Luego de revisarlo y quitarle los guantes los familiares encontraron que el menor había sufrido la mutilación de los dedos meñique y anular de la mano izquierda. El castigo a la familia por no haber juntado otros 80 mil pesos.

Una historia que se debe sumar a otras, a muchas que refieren de algún secuestro, de algún asalto, alguna agresión, violación u homicidio. Es el México violento, donde la pobreza e ignorancia son mayoria y además, donde se vive al ritmo que impone la delincuencia.

Por extensión a la frase de Pam Wei-kang, una sociedad con miedo no puede ser civilizada, mucho menos democrática y progresista. Primero, lo que se vive en nuestras calles; lo que sufren personas cercanas... luego, el resto.

Para la familia Martínez poco importan las Reformas Estructurales, menos aún el destino de Rogelio Montemayor, la violencia política en Oaxaca o las pugnas entre el Gobierno Federal y Andrés Manuel López Obrador; tan lejanos y absurdos deben parecer a los miembros de esta familia dolida y desesperanzada, la resulta final de los escándalos por corrupción o de las negociaciones cupulares para sacar adelante las reformas a la Ley del IMSS. Ellos viven en un México violento, pobre, ignorante y con miedo, ese México que es el real para millones de compatriotas.

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