Los niños con enfermedades crónicas o con afecciones congénitas o adquiridas que interfieren en el desarrollo mental o físico son definidos a menudo como discapacitados. La discapacidad es una desventaja para el individuo, resultado de un deterioro o impedimento que limita o evita el cumplimiento de una actividad que sería normal para esa persona.
También se define como toda restricción o falta de capacidad para realizar una actividad dentro de la gama considerada normal para el ser humano, mientras que impedimento es toda pérdida o anormalidad psicológica, fisiológica o de estructura anatómica. Con base en lo anterior, la discapacidad representaría un apartamiento de lo normal en términos de desempeño individual mientras que el ser impedido es un fenómeno social que representa las consecuencias sociales y ambientales para el individuo, originadas en la presencia de deterioro o discapacidad.
En toda fase puede utilizarse intervención médica, educativa, social, psicológica y dental para minimizar las desventajas para el individuo. Para que el paciente reciba una atención coordinada, es necesario contar con una cooperación multiprofesional, es decir, que en una visita médica puedan recibir atención diversa como sería el fisioterapeuta, foniatra y una profilaxis dental. La colaboración más estrecha con distintos especialistas no sólo beneficia al paciente sino también al personal odontológico.
En el tratamiento de niños discapacitados y con salud comprometida, el equipo odontológico es uno de los muchos que están en contacto con el niño y su familia. Por ello, aparte de tener conocimiento de los problemas de salud dental y general, relacionada con una situación dada, es esencial comprender nuestras propias reacciones ante la discapacidad.
Más aún la planificación del tratamiento en un grupo multiprofesional o dentro del grupo del personal odontológico incluye discusiones referidas a nuestra actitud como profesionales. La discapacidad es una desventaja del individuo, ya que limita o evita el cumplimiento de una actividad normal para cualquier otra persona.
En esta limitación mental o motora se ve alterada, dentro de otras funciones vitales y sociales, la higiene dental, debido a que el cepillado es prácticamente impedido por la falta de coordinación psicomotora, por lo anterior, se recomienda no delegar a los pacientes discapacitados su propia salud bucal.
Es necesario otorgar ayuda en diferentes niveles de atención. En primer lugar, capacitar a los familiares en la técnica de cepillado. Medidas auxiliares para procurar una adecuada salud bucal, dieta anticariogénica, así como cuidados básicos que eviten traumatismo.
Por otra parte y con base a las necesidades de estos pacientes, se hacen necesarias las visitas periódicas con el dentista para el adecuado control de estos sujetos y, será necesario valorar al paciente y hacer una programación quirúrgica. De igual manera, vigilar la evolución mediante el control posquirúrgico será obligación del cirujano maxilofacial hasta dar de alta al paciente. Toda persona discapacitada debe recibir el tratamiento odontológico que requiera, ya que son personas incluidas en nuestra sociedad y en nuestra práctica profesional cotidiana.
