En los últimos tiempos se ha generalizado cierto recelo para acudir con algunos profesionales de la salud: Médicos cirujanos, otorrinolaringólogos, ginecólogos y por supuesto con dentistas, debido principalmente al poco tacto que han mostrado algunos medios de información sobre algunas noticias de corte amarillistas o sensacionalistas las cuales achacan el contagio del SIDA a algunos de sus pacientes.
Aunque es de sobra conocido por estos mismos profesionales que casi es materialmente imposible el contagio accidental, esto no se ha informado debidamente a la población en general, y en lugar de crear una educación a este nivel, se ha dejado que los rumores sigan corriendo con grave perjuicio para las personas de estas especialidades.
Es por lo tanto obvio que nosotros de ninguna manera creemos que acudir a algún tipo de curación o tratamiento con estos medios sea altamente riesgoso en el sentido ya mencionado, y trataremos de explicar el porqué de nuestra afirmación.
El virus que produce esta enfermedad, hasta hoy se sabe que la principal vía de contagio es por relaciones sexuales de cualquier tipo, aunque se sigue pensando que solamente entre homosexuales masculinos, parece ser que también las relaciones heterosexuales duden ocasionar la enfermedad, también es importante señalar que el intercambio de jeringas y agujas entre personas adictas a las drogas son de un alto riesgo de adquirir dicho mal, y es aquí donde se pudiera pensar en la misma vía en los consultorios de médicos y dentistas.
En la actualidad, y desde mucho antes que apareciera el SIDA en escena, más que nada para prevenir la hepatitis B, enfermedad algunas veces mortal, y causada por otro virus muchas veces más resistente, ya que puede sobrevivir a la ebullición (hervir) por algunos minutos, se dejaron de usar materiales e instrumental de tipo invasivo (esto es todo lo que penetre en el organismo, agujas, hojas de bisturí, etc.) del tipo no deseable, así mismo todo aquel instrumental que no pueda ser desechado, se le somete a lavados con agentes detergentes y posteriormente a la esterilización por medio de autoclaves (altas temperaturas con alta presión) o en su defecto en hornos de calor seco, y repetimos que esto se efectúa con instrumental que cumple la misma función que una cuchara en un restaurante la cual en el mejor de los casos se lava con agua y detergente.
En cualquier caso el paciente tiene derecho a que se le informe de los sistemas de esterilización de cada consultorio a donde acuda, y constatar que el material que se usa en su caso es el adecuado (en esto se incluyen también el material de sutura y los guantes del médico). Si usted se siente confiado en su médico o dentista, esto redundará en beneficio de ambos, ya que por un lado lo hará sentirse más tranquilo, y el profesionista se concentrará solamente en la calidad de su tratamiento con un resultado mucho más satisfactorio.
Es oportuno mencionar que la prevención de enfermedades va mucho más allá de las técnicas de esterilización y la preparación del instrumental en condiciones apropiadas, pero sería largo describir todos y cada uno de los pasos que se siguen en consultorio y hospitales para esto, pero con seguridad se aplica el mejor esfuerzo para la seguridad de los pacientes.
Y aunque se dice que el ya tantas veces mencionado virus es tan lábil (que muere fácilmente) que no sobrevive a unos minutos fuera del organismo, no debemos confiarnos y aún en nuestros hogares solamente debemos usar jeringas y agujas que nadie haya utilizado anteriormente (de ningún tipo).