Nunca se sabrá a cuántas niñas convirtió en mujer antes de tiempo. Edith fue la primera víctima que se atrevió a denunciarlo, pero hay evidencias de que antes y después de ella muchas pequeñas fueran violadas y utilizadas en lo que, poco a poco, comienza a develarse como el peor tráfico de pornografía infantil que haya sido documentado en años recientes.
Jean Sucar Kuri está detenido en Arizona, en espera de la resolución de un trámite de extradición para responder por los crímenes cometidos en Cancún en contra de Edith y casi 25 víctimas más. Su aprehensión fue un triunfo de las organizaciones sociales que apoyaron a las familias agredidas y de las autoridades policíacas norteamericanas que rastrearon al pederasta hasta encontrarlo en una carretera en Arizona. Lo que parecería un trámite para documentar este crimen universalmente condenable, en la práctica se ha convertido en una pesadilla y en una muestra de que la justicia es una mujer con los ojos vendados, pero con un oído muy fino para captar el sonido de las monedas.
Sucar es un libanés avecinado en Cancún, con nacionalidad mexicana y casa en Los Ángeles, California. Gracias al auge del Puerto se convirtió en un exitoso hotelero y desarrollador, con numerosos vínculos entre los personajes de poder de la Península. Durante la investigación de la denuncia presentada por los abogados que asistieron a Edith, se reveló que Sucar era mucho más que un pederasta de vicios solitarios. En una computadora que regaló a una de sus pupilas, los peritos descubrieron en el disco duro borrado los videos y fotografías enviados por Internet a una cadena clandestina en Estados Unidos para su distribución. En ellos aparecía Jean Sucar y otros hombres adultos manteniendo sexo con las menores de edad. También documentaron que el libanés regresaba con maletas llenas de dinero de sus frecuentes viajes a Norteamérica. Los peritos pronto se dieron cuenta que habían encontrado el hilo de una madeja importante. Tan importante, de hecho, que la madeja comenzó a convertirse en una papa caliente, en una investigación incómoda.
Meses antes, la investigación había desquiciado la capacidad de respuesta del sistema judicial de Quintana Roo. Al tratarse de delitos del fuero común (violación, estupro y corrupción de menores) el caso quedó sujeto a la justicia local en una primera etapa. Pero las poderosas relaciones del hotelero pronto comenzaron a empantanar la investigación. Las niñas fueron hostilizadas y exhibidas como Lolitas precoces y sus madres como mujeres desagradecidas luego de las ayudas que el Tío Johnny les otorgaba (nombre con el que Sucar se hacía llamar por las niñas). Las madres fueron amenazadas en forma velada con ser llevadas a la cárcel bajo cargos de complicidad, por no haber impedido los abusos sexuales.
Pero la presión de las organizaciones sociales a favor de las víctimas venció las resistencias. Gracias al testimonio documentado de otros casos que se atrevieron a engrosar el expediente y la obtención de evidencias adicionales (entre éstas las computadoras en cuestión), el asunto llamó la atención de las autoridades federales. Pronto se mostraron suficientes elementos para convertir el caso en un delito de orden federal: crimen organizado, lavado de dinero y pornografía infantil. Los medios de comunicación nacionales y la indignación generalizada hicieron el resto: el Procurador Macedo de la Concha, informó que la PGR había solicitado al Gobierno de Estados Unidos la aprehensión de Sucar. Unas semanas más tarde estaba detenido.
Con Sucar en una prisión de Arizona, los medios de comunicación perdieron interés, la opinión pública se desentendió del tema y el juicio pareció encaminarse a un inexorable final feliz (si tal palabra fuese posible en un caso de este tipo). Pero no es así. El entrampamiento de la primera fase parece estarse repitiendo en una escala más alta. Las investigaciones posteriores de la PGR, que debe documentar el caso frente a un juez norteamericano para lograr la extradición, se han topado con nuevas resistencias. Resulta que Jean Sucar estaba relacionado con altos funcionarios federales, ex secretarios de Estado, del régimen anterior. En este momento no está claro si esas relaciones se limitaban a vínculos de negocios derivadas de las actividades empresariales legales de Sucar, o si se trataba de complicidades con sus negocios ilícitos (lavado de dinero y crimen organizado) o peor aún, si estaban relacionados de alguna manera con el abuso sexual de menores. Con la aparición de estos nombres lo que era una papa caliente a escala local en Cancún se ha convertido en una bomba potencial a nivel federal.
Las organizaciones sociales norteamericanas que han apoyado a su contraparte nacional en este caso, han detectado que las pruebas que el Gobierno mexicano ha enviado a la corte en Arizona, son insuficientes, contradictorias y extemporáneas. A medida que se acerca la fecha de sentencia, se teme que Sucar tenga que ser dejado en libertad por pruebas insuficientes para dictaminar la extradición.
¿Ineptitud e ineficiencia de nuestras autoridades federales o estrategia deliberada para deshacerse de un caso incómodo? Lo cierto es que hay muchas personas que estarían interesadas en evitar un juicio público de Sucar en México, en el cual seguramente se ventilarían nombres significativos. ¿Las razones políticas son más importantes que la tragedia de 25 niñas y niños violados? Pronto lo sabremos.
(jzepeda52@aol.com)