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Sucesión. El PAN

Patricio de la Fuente González-Karg

Una sociedad madura, francamente en vías de modernización, es aquélla donde los distintos procesos públicos son vigilados con lupa. Durante muchos siglos, el mexicano común fue tradicionalmente apegado a un sistema político que buscó estandarizar la conciencia, apegarla a lineamientos y postulados paternales, de extremo proteccionismo. Si bien nos queda un enorme camino por recorrer, hoy por hoy el saldo es positivo: nuestra madurez como país que lentamente alcanza sistemas de democracia y participación ciudadana reales es mucho, pero mucho mayor que en un pasado donde esperábamos –de brazos cruzados- que las distintas instancias resolviesen nuestros problemas y, peor aún, en gran medida pensaran por nosotros.

Al participar activamente en la vida nacional tendremos mejores y mayores elementos para defendernos. La utopía y el absurdo sólo podrán ser combatidos si inculcamos a las futuras generaciones el sentido de la participación, el que se sepan corresponsables de los destinos de la patria. Los avances han sido insuficientes gracias a que por lo general, casi todo mundo “lleva agua a su molino” y pocas veces se pone a pensar en las consecuencias de un actuar individualista. México podrá ser la tierra prometida únicamente cuando se hayan revertido tantos complejos ancestrales imposibilitadores del desarrollo.

Seguimos siendo un país tremendamente desigual en fondo y forma, sin embargo, la alternancia política será un proceso lento y gradual que bien aplicado puede otorgar satisfactorios resultados que traigan como consecuencia lógica esa transición hacia una modernidad más justa y equitativa para todos. Es indispensable concebir al proceso como una gran máquina a la que se le debe dar un mantenimiento puntual, sus partes deben ser engrasadas con prontitud para no permitir se vuelva obsoleta y deje de responder a los requerimientos esenciales. De nosotros depende.

En una democracia en pañales, las reglas del juego cambian. Ya no tenemos un monarca sexenal que dictamine los tiempos y las formas, aquel que ritualmente se transformaba en el “gran elector” y señalaba con su dedo al siguiente ocupante de la silla. La figura presidencial ha venido sufriendo un desgaste evidente, en los nuevos tiempos no se vale que los intereses de un solo hombre tengan tan clara y profunda repercusión sobre la vida de cien millones de habitantes. La nueva realidad clama por una conciencia ciudadana a la que se le ofrezcan una serie de opciones y con base en ello, pueda elegir de forma mesurada y responsable.

Los tiempos están adelantados, la caballada anda loca, verdaderamente frenética por acceder a espacios de poder que nadie ocupa. El debate fue denigrado, las propuestas son escasas y sí peligrosos los enfrentamientos; el intercambio de ideas ha sido confundido con demagogia pura. Muchos aspirantes a suceder al actual mandatario, a pesar de ello, pocos son los que proyectan posibilidades de grandeza, sagacidad necesaria para vencer las inercias y resolver con eficacia los problemas que durante tanto tiempo han aquejado a nuestro querido y muy golpeado México.

Hablemos del caso del PAN. El partido blanquiazul no ha sabido, ni ser oposición, ni mucho menos estar en el poder. Recelosos, sus miembros todavía no le perdonan a Vicente Fox su corta militancia dentro del organismo y el haber ganado gracias a una estructura paralela –“Amigos”- sin la cual la victoria se hubiera tornado difícil. Muchos destacados miembros señalan la plena, franca incompatibilidad ideológica con el “Gobierno del cambio” y su molestia por no ocupar posiciones estratégicas dentro del mismo. Centrándonos en un caso bastante específico (Gobernación) puedo afirmar con conocimiento de causa que las pugnas internas son alarmantes. Un informante que ocupa un puesto de primer nivel dentro de la cartera política por excelencia, no se cansa de repetir cada ocasión en la que nos vemos: “son puros trancazos, nadie pela a nadie, todo mundo hace lo que le viene en gana, sencillamente no hay control”. Si a Santiago Creel en apariencia le queda grande el puesto ¿cómo pretende conducir los destinos del país?

Quiere Francisco Barrio ocupar Los Pinos. De hablar franco, actuar honesto, su desempeño como miembro del gabinete no resultó lo suficientemente efectivo para apagar los focos rojos y castigar a tantos rateros que andan sueltos, o por lo menos, la madriguera olía tan mal que le dio miedo entrarle a fondo. Felipe Calderón es un distinguido, respetadísimo tanto en su partido como en la oposición, sin embargo, actualmente no brilla con suficiente fuerza.

Josefina Vázquez Mota me parece una opción estupenda, posee sensibilidad social y una verdadera entrega por cualquier labor que emprende. Sobre Marta Fox ya me he pronunciado en repetidas ocasiones: no me gusta, no me gusta y nomás no.

En política, tres años son una eternidad y nadie puede aventurar un pronóstico con posibilidades de convertirse en realidad. Podemos prever que durante los siguientes meses un mayor número de panistas distinguidos comenzará a mover sus fichas para con ello figurar en el escenario de probables aspirantes a contender por la candidatura presidencial.

La actuación del Gobierno Federal deja mucho qué desear. Seria recomendación de los mexicanos hacia “el Gobierno del cambio” aprovechen el tiempo perdido, generen resultados, cumplan con la misión que se les ha encomendado y, de toda suerte, sólo después de haber arrojado un saldo positivo se pongan a futurear.

Correo electrónico:

pato1919@hotmail.com

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