La tecnología es una herramienta de gran utilidad para la Patrulla Fronteriza.
TERCERA Y ÚLTIMA PARTE
NOGALES, ARIZONA.- El agente Rob Griffin habla un excelente español. Tal vez se deba a que su esposa es mexicana y además maestra. Este elemento de la Patrulla Fronteriza lo mismo utiliza la palabra adjetivo que dicotomía y en el autoestéreo de su vehículo acostumbra escuchar Maná.
Rob Griffin es bajo de estatura pero dice correr rápido. Se define como una “rata del desierto” debido a que creció en Tucson. Por eso no duda cuando afirma que la zona es demasiado peligrosa para todas aquellas personas que intentan llegar a los Estados Unidos de manera ilegal. Sobre todo porque desconocen las condiciones climatológicas de la región.
—Los “coyotes” mienten a los pobres migrantes que no tienen idea de cómo cruzar el desierto. Si alguien va con niños y no aguantan, los “coyotes” los dejan solos en medio del desierto, se van con el resto del grupo.
Según estadísticas de la Patrulla Fronteriza, de acuerdo a su año fiscal que abarca del primero de octubre de 2003 a la fecha, se han registrado 35 muertes, de las cuales seis fueron por deshidratación a causa del calor.
El número de personas que han fallecido en el desierto es menor a las de otros años. La Patrulla Fronteriza atribuye esto al reforzamiento que de la zona ha hecho el Gobierno de los Estados Unidos.
Aquéllos que desean pertenecer a la corporación deben someterse a una férrea disciplina además de cursar diferentes estudios. La preparación en la academia dura aproximadamente cinco meses y son obligatorias las clases de español, además deben cursar materias referentes a leyes de migración que son las más difíciles de entender en Estados Unidos.
Obviamente los aspirantes aprenden a usar la pistola, defensa personal, técnicas para arrestar sin salir lastimado y también clases sobre Derechos Humanos y psicología.
Sin embargo para Carlos González Magallón, cónsul general de México en Nogales, es necesario reforzar las materias de Derechos Humanos entre los elementos de la Patrulla Fronteriza, ya que se han registrado algunas denuncias sobre abusos.
Con el paso de los años los agentes aprenden a detectar qué tan frescas son las huellas en el desierto, así como cuáles carros son sospechosos y deben ser revisados porque posiblemente transporten ilegales.
La fortaleza
En Nogales, Arizona, la Patrulla Fronteriza tiene sus instalaciones. Las medidas de seguridad imponen. Por los pasillos cruzan constantemente elementos desarrollando diferentes trabajos.
Antes de iniciar las labores de patrullaje los elementos tienen una junta donde se enteran de las actividades realizadas por el turno anterior y mantener así una constante comunicación. Por uno de los pasillos se divisa el gimnasio y el comedor, así como un pizarrón donde se informa de asuntos internos.
Un cuarto llama la atención. En su interior un joven y una mujer permanecen sentados frente a diferentes monitores que transmiten lo que sucede en el muro que divide la frontera entre Estados Unidos y México. Diariamente son muchos los que intentan pasar por el “Cerro de la Hamburguesa” o bien el “Hamburger Hill”. Algunos incluso se ayudan de un soplete para lograr perforarlo.
Los agentes manejan las cámaras a su antojo, así realizan diferentes acercamientos. La Patrulla Fronteriza tiene en este sector colocadas diez torres con 20 cámaras posibles de moverse 180 grados. El monitoreo es permanente en turnos de 24 por siete.
Cuando detectan algo extraordinario inmediatamente llaman a los agentes que estén más cercanos a la zona donde los migrantes intentan cruzar la frontera. También se avisa a la policía municipal de Nogales, Sonora, para que verifique qué está pasando.
Los técnicos muchas veces salvan la vida de los agentes, ya que gracias a los monitores pueden avisar cuando alguno de los migrantes o bien de los “polleros” porta armas.
Un pasillo tiene más actividad que los demás. De una puerta constantemente entran y salen agentes. En su interior es posible ver a migrantes. En esta sala se toman las huellas digitales de las personas que fueron destinadas al intentar cruzar la frontera, este procedimiento es para detectar delincuentes así como para saber quién ha intentado varias veces llegar a los Estados Unidos. También se toman los datos biográficos y fotografías.
El espacio es grande y tiene pequeños cuartos donde los migrantes son alojados antes de ser repatriados, aunque algunos deberán ser llevados frente al juez.
En este lugar, que también tiene cámaras por todos lados, los migrantes duran detenidos alrededor de cuatro horas.
Cuando la Patrulla Fronteriza detiene a un “coyote” y los migrantes están dispuestos a ser testigos para acusarlo, se abre un proceso con los cargos de pasar gente ilegalmente, de este modo es juzgado por autoridades norteamericanas. Las penalidades varían, aquel pollero que lleva gente escondida en la cajuela de su automóvil o bien alguna persona muere, se le aplican cargos de felonía. La pena más alta es de 20 años de cárcel y 250 mil dólares, la más baja es de seis mes y cinco mil dólares.
La emoción de los helicópteros
La imagen más triste para Ricardo es ver a un niño caminando en el desierto, sufriendo de cansancio, sed y hambre.
Ricardo ha tenido experiencias poco gratas en su intento de pasar la frontera, sin embargo volverá a intentarlo. La explicación: no tiene trabajo.
—Nada más terminé la primaria, no sé cómo hacerla aquí en México. Sé trabajar pero no encontrarlo.
En Estados Unidos trabajó en bodegas, fue montecarguista, también realizó algunas actividades de jardinero.
—Sé manejar las computadoras pero aquí en México necesito estudios, me piden esperanza. ¿Entonces qué voy hacer? me voy a regresar.
Ricardo ya tiene malos antecedentes en Estados Unidos. Una vez fue detenido por manejar en estado de ebriedad, afirma que para evitarse problemas ahora que vuelva a cruzar dará un nombre falso.
La historia de Ricardo es similar a la de Carlos, quien pagó mil 500 dólares para llegar a Phoenix. Al final la “Migra” lo detuvo.
—La “Migra” nos dio de comer, se portan bien. Es una experiencia emocionante cuando vas en el desierto y te escondes porque escuchas los helicópteros.
Carlos lleva dos intentos. Ya está cansado, ahora prefiere quedarse del lado mexicano. No tiene trabajo y no sabe qué va hacer. En Nogales, Sonora, tiene una tía a la que ha llamado varias veces pero nunca contesta.
Tanto Ricardo como Carlos viajaron a Estados Unidos desesperados por la pobreza. Para pagar los servicios de un “coyote” y el viaje a Nogales desde el sur del país recibieron la ayuda de parientes que están cumpliendo el “sueño americano” y les enviaron unos dólares.
Sin embargo para Carlos González Magallón, cónsul general de México en Nogales, quienes intentan pasar a los Estados Unidos son mexicanos de clase media.
—Los polleros cobran caro, entonces no pueden ser pobres porque ¿de dónde sacan el dinero?
Un muro dos mundos
Por la noche la frontera adquiere un matiz distinto. Por el lado americano la Patrulla Fronteriza vigila en carros protegidos por rejillas que cubren los parabrisas, constantemente jóvenes y algunos migrantes avientan piedras. En alguna ocasión un agente estuvo a punto de morir descalabrado.
En el lado mexicano se aprecia la pobreza en el cerro y los bares de mala muerte invitan a los parroquianos a beber cerveza mientras mujeres desnudas bailan.
También aquí, por donde los mexicanos con pasaporte pasan para ir de compras, la Patrulla Fronteriza tiene cámaras, incluso en la red de drenaje. Algunos mexicanos intentan pasar por donde las aguas negras tienen su cauce.
Una alarma espanta a los paisanos, los mecanismos de seguridad son muchos pero también insuficientes.
El agente Rob Griffin afirma que la Patrulla Fronteriza es humanista y no es la “pi... migra”. Afirma que le produce gran tristeza ver a un mexicano morir en el desierto, después de todo es un paisano de su esposa.
—Quien es mi gran manager, ella lleva los pantalones, dice mientras suelta una carcajada.
En tono más serio hace una petición:
—Por favor díganles a los migrantes que ya no vengan. Es muy peligroso, que no se arriesguen, pueden perder la vida.
Rob Griffin no conoce con exactitud la pobreza que se vive en México, entiende la urgencia del trabajo, pero también entiende que no hay nada más triste que ver morir a alguien en el desierto.
Fuerte inversión
Con la iniciativa ABC, (por sus siglas en inglés) el Gobierno de los Estados Unidos intenta obtener un mayor control operacional en la frontera de Arizona. Las autoridades afirman que contribuirá a la misión anti-terrorista, la detección, arresto y prevención del tráfico ilícito a través de la frontera.
Otro de los objetivos es el debilitar e impedir la habilidad de operación de los “coyotes”, así como disminuir el número de crímenes violentos en la frontera.
Además de la colocación de aproximadamente 260 agentes adicionales de la Patrulla Fronteriza en el sector de Arizona, el Gobierno de Estados Unidos utilizará a partir de junio vehículos aéreos no piloteados. Se destinará un millón de dólares adicionales a una nueva tecnología de sensores para la detección de ilegales.
La iniciativa ABC tendrá un costo mayor a los diez millones de dólares. Del mismo modo se instalarán siete capas adicionales en el desierto con aire acondicionado para dar albergue a más de 300 inmigrantes que costarán aproximadamente dos millones de dólares.