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Sueño americano| Sin otra opción

Luis Guillermo Hernández Aranda

Tan sólo en 2004 han fallecido en el desierto ocho mexicanos.

EL SIGLO DE TORREÓN

PRIMERA DE TRES PARTES

NOGALES, ARIZONA.- La apuesta de Juan es sólo una: cruzar la frontera. A sus 19 años intentará por segunda vez llegar a los Estados Unidos. Originario de Chiapas, afirma que no tiene otra opción, la pobreza lo obliga a buscar el “sueño americano”.

Sentado en una pequeña banca, Juan recuerda que tiempo atrás la “Migra” lo detuvo en el desierto de Tucson después de caminar varios días. El agua ya escaseaba.

La ruta de los emigrantes inicia en el pequeño poblado de Altar, Sonora. Aquí Juan, como muchos otros, espera la llegada de camionetas Van que por quinientos pesos los llevarán a Sásabe, particularmente a la zona conocida como La Ladrillera. En ese punto contratarán los servicios de un “coyote” que los guiará a los Estados Unidos.

Los vehículos son modelos viejos, destartalados, donde igual viajan cinco personas que veinte. Todo depende de la demanda. El trayecto es de aproximadamente tres horas por un camino de terracería donde el sol cae a plomo y el termómetro alcanza los cuarenta grados. Cada persona debe pagar quinientos pesos por el servicio.

En La Ladrillera existe una tienda construida con paredes de cartón donde el negocio es vender galones de agua. Aquí los migrantes compran algo de comida y se preparan para un viaje que durará aproximadamente tres días. La mayoría de ellos desconoce su destino, el “coyote” promete llegar a Phoenix caminado por el desierto durante tres horas, una mentira que tan sólo en 2004 ha cobrado la vida de ocho mexicanos.

Juan está confiado de cumplir la meta. Pagará al “guía” 800 dólares. Aunque acota que el dinero se entrega al llegar a los Estados Unidos.

—Debemos caminar todos en fila porque no hay camino, si se pierde uno está ca... No se ve nada en el desierto, es peligroso pero no nos queda de otra.

Aumentan las cifras

En los últimos años la migración de mexicanos hacia los Estados Unidos ha aumentado de manera considerable. En el primer trimestre de 2003 la estación de la Patrulla Fronteriza ubicada en Nogales, Arizona, detuvo a ocho mil 754 personas, mientras que en el mismo período de 2004 las cifras se han disparado hasta un 74 por ciento. Del primero de enero al 31 de marzo del presente año la patrulla aseguró a 24 mil 535 personas.

El Diagnóstico sobre la Situación de los Derechos Humanos en México elaborado por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas afirma que en Estados Unidos viven aproximadamente 23 millones de personas de origen mexicano (70 por ciento de la población hispana).

El fenómeno va de la mano con el incremento en los niveles de pobreza que experimenta México. El Informe de Desarrollo Humano México 2002 menciona que las mayores diferencias entre las entidades federativas se observan en el Producto Interno Bruto por habitante: mientras en el Distrito Federal ese indicador llega a 22 mil 816 dólares, en Chiapas es de tres mil 549 dólares. Se trata de una diferencia de 6.24 veces.

Para la mayoría de los migrantes es preferible morir en el intento de cruzar la frontera que de hambre en sus comunidades de origen.

Ante el refuerzo de las medidas de seguridad de los Estados Unidos para impedir el cruce de su frontera, ahora las personas utilizan las zonas más inhóspitas para cumplir su meta. En consecuencia, alrededor de dos mil 355 personas murieron entre 1995 y 2003.

Carlos González Magallón, cónsul general de México en Nogales, Arizona, comenta que las principales causas de muerte de los migrantes al intentar llegar a los Estados Unidos es la hipotermia causada por el frío, así como la deshidratación.

—Los paisanos que vienen del sur no conocen las condiciones climáticas de Arizona. No conocen de los extremos de la temperatura, entonces la mayoría de los muertos que hemos tenido de enero a marzo han sido por hipotermia (cuatro en total).

En los últimos tiempos los accidentes automovilísticos van en aumento. El cónsul explica que una nueva modalidad que utilizan los “coyotes” para protegerse cuando intentan ingresar personas dentro de un vehículo, es que un menor maneje. Los “polleros” le cobran menos al inexperto chofer y así puede evadir la justicia.

—El problema es que los menores son poco diestros y provocan constantemente accidentes.

La derrama económica

En los últimos tiempos Arizona se ha convertido en la zona de mayor importancia para el cruce de indocumentados.

Pueblos como Sásabe y Altar basan su actividad económica en los servicios que se brindan a paisanos, quienes consumen alimentos y se hospedan en pequeños hoteles. La migración es finalmente un negocio.

El Diagnóstico sobre la Situación de los Derechos Humanos en México afirma que las remesas que los migrantes envían desde Estados Unidos al país son de los ingresos más importantes que tiene México. En 2002 se registró un total de casi diez mil millones de dólares enviados a territorio nacional. En 2003 fue la segunda fuente de ingresos en dólares del país, después de las exportaciones de petróleo.

Sin embargo el mayor impacto económico se expresa en los niveles regionales. Según datos del Consejo Nacional de la Población, (Conapo) más de un millón de hogares mexicanos recibe remesas de familiares en el extranjero. Las remesas se utilizan principalmente para satisfacer necesidades básicas, adquirir bienes de consumo duradero y para la compra y mejora de viviendas. Sólo una pequeña proporción se destina al ahorro y a la inversión productiva.

Ante la problemática, Carlos González Magallón, cónsul general de México en Nogales, Arizona, se pronuncia a favor de un acuerdo migratorio entre México y los Estados Unidos para así solucionar el problema y evitar que más paisanos mueran en el intento de cruzar la frontera.

Sin embargo esa posible solución se ve aún lejana. El 14 de marzo de 2004, el Gobierno de Estados Unidos anunció una iniciativa para controlar la frontera en Arizona. El programa ha sido denominado Arizona Border Control Initiative (ABC por sus siglas en inglés).

Las acciones incluyen la utilización de vehículos aéreos (UAV’s en sus siglas en inglés) que serán utilizados para aumentar el patrullaje de la frontera contra actividades ilegales.

“La adicción de estos recursos con el incremento de operaciones aéreas fortalecerá la capacidad de los más de 200 agentes patrulleros que ya han sido añadidos a este proyecto, trayendo el esfuerzo en la zona de Tucson a más de dos mil agentes”, declaró en aquella ocasión Asa Hutchinson, subsecretario para la Seguridad Fronteriza y Transporte.

“El aumento de nuestra unidad de detención y deportación con la participación del Gobierno de México nos asistirá en el enfoque de todos nuestros recursos disponibles para combatir y desarticular los ciclos de muerte de emigrantes que ocurren en estos territorios peligrosos, donde los ‘coyotes’ están sólo interesados en ganancias financieras y no en las vidas de sus víctimas”.

La iniciativa ABC costará más de diez millones de dólares para el año fiscal 2004, seguida por otro programa conocido como operación ICE Storm. Este último programa ha ejecutado más de dos mil 59 arrestos criminales y administrativos, 162 cargos, al igual que la confiscación de 86 armas semi-automáticas y casi 2.5 millones de dólares de procedencia ilegal.

Todos por cien pesos

Alrededor de las seis de la tarde en la plaza principal de Nogales, Sonora, es posible encontrar grupos de migrantes esperando la oscuridad de la noche para conectar con algún “pollero” que los lleve a Phoenix. Sus historias son similares, todos dejan una familia en México, todos sueñan con obtener un mejor nivel de vida en Estados Unidos.

La vestimenta también es similar: pantalones holgados, cachucha, mochila y en ocasiones los brazos muestran tatuajes.

Frente a la plaza se aprecian dos hoteles en mal estado. En las afueras de uno de ellos un grupo de amigos juega cartas y consume cerveza.

—¿Cuánto cuesta la noche?

Un hombre de complexión robusta y canas responde “cien pesos” e invita a conocer los cuartos. Es necesario subir por una escalera sucia, en un viejo pasillo hay seis cuartos de apenas cuatro metros, “todos con su baño”.

—Tengo un amigo ¿cuánto saldría la noche?

—Ven con todos los que quieras, son cien pesos por persona. Ya es su problema cómo se acomodan, en el cuarto de al lado están diez personas.

—¿Cómo le puedo hacer para cruzar la frontera?

—Ése no es mi negocio, yo sólo rento cuartos.

—Pero seguramente conoce a alguien.

—Mira, yo te conecto con alguien de confianza que te asegura llevarte a Phoenix y cobrarte barato. Pero si los detiene la “Migra” no digas mi nombre...

En la frontera de Nogales es fácil encontrar un “coyote”. Taxistas y dueños de hoteles participan del negocio de la migración, negocio que genera grandes cantidades de dinero y también de muertes.

El apostolado

El deseo de ayudar es mucho pero los recursos pocos, éste es el principal problema al que se enfrenta el comedor de migrantes a cargo del Santuario de Guadalupe ubicado en Nogales, Sonora.

Aquí se ofrece a las personas un desayuno y una comida al día por espacio de dos semanas. Tiempo donde deben encontrar trabajo o bien regresar a sus lugares de origen.

El comedor se mantiene de donativos de cien pesos de apenas ocho personas y algunos negocios. Es atendido por los grupos de pastoral de la Iglesia. Diariamente llegan 50 personas en busca de alimento, en su mayoría hombres.

La Hermana, Rosalinda Gutiérrez Limón, de las religiosas de Santa Ana, siente una gran impotencia por la carencia de recursos y no poder ayudar más a los migrantes, quienes en muchas ocasiones llegan después de haber sufrido algún asalto por autoridades mexicanas o bien cuentan historias de dolor donde el paso por el desierto ya no significa nada.

“A veces tristemente nos cuentan de policías que los encontraron en la calle y los golpean, desgraciadamente no tenemos pruebas. También en los pueblos donde van pasando solicitan un trabajo, se los dan pero finalmente no se los pagan. Muchas personas relacionan a los migrantes con delincuentes aunque no es así”, dice la Hermana Rosalinda.

Es en Navidad cuando aumenta la afluencia de personas al comedor. Muchos de ellos regresan a su tierra a pasar las fiestas, otros van en busca de un pequeño juguete. La afluencia diaria en diciembre ha llegado a ser de 80 personas.

El sueño de la Hermana es el de algún día tener una casa de migrantes donde los peregrinos puedan quedarse a dormir y bañarse.

Actualmente el comedor tiene solamente una mesa con doce lugares, por lo que las personas van pasando en tandas. En ocasiones son necesarias hasta ocho para atender a todos.

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