EL SIGLO DE TORREÓN
GÓMEZ PALACIO, DGO.- Pocas personas como Agapito Ramos Silva de 76 años de edad pueden presumir de su talento. Sus manos ahora marchitas por la edad, crearon juegos y muñecos de madera novedosos y resistentes.
Nació en Guadalupe Calvo, Chihuahua y a los ocho años salió, dejó a sus padres para buscar la vida. Viajó por 16 Estados de la República Mexicana, pero fue en Baja California cuando conoció a Roberto García. Ahora vive solo, en un jacal de la colonia Leticia Herrera donde la familia de Ildefonso Ojeda Borrego, su vecino, le ?regala un taco todos los días?.
El negocio de esta persona eran los juegos mecánicos que llevaba de feria en feria por los poblados de esta entidad. No fue raro que Roberto se quedara sorprendido por lo que las manos de Agapito podían hacer.
La creatividad y la facilidad con la que trabaja la madera, le permitieron hacer caballos, aviones y carritos para los juegos mecánicos que en las fiestas de cada pueblo se presentaban para goce de los niños.
Agapito con lágrimas en sus ojos cuenta su vida. Su historia conmueve profundamente, pues ahora está enfermo y pese a que aún tiene muchas ganas de salir adelante, su edad y su padecimiento ?hace dos años sobre su hombro cayó un enorme tubo de los que sostienen los avioncitos voladores-, se lo impiden.
Cuando él trabajó al lado de Roberto, éste lo despidió porque más gente lo seguía a él cuando inventó un muñeco de madera que a través de un mecanismo especial, hablaba con el público. Se trata de una especie de marioneta que como otro que hace ?pipí?, aún lo acompañan.
Este espectáculo le causaba problemas al empresario, pues parecía que a todos les gustaba más divertirse con los ?monos de madera?, que subirse a los juegos mecánicos. Aunque él le fabricó las sillas, los aviones y carritos a Roberto le pareció mejor despedirlo.
De esta manera, Agapito tuvo que emprender su negocio solo. Rentaba una camioneta y en ella trasladaba todas las piezas al lugar del evento. Las atracciones mecánicas parecían gustar a muchos.
Él reconoce que le fue muy bien, pero que no supo cuidar su dinero. Nunca se casó y comenta que fue una especie de maldición el que su mamá le auguró cuando una vez se dio cuenta que la esposa de un pariente, lo maltrataba.
Al enterarse de la situación de su familiar, él expuso a su madre que nunca le pasaría lo mismo y como broma comentó que de sucederle, ?la mato?, le aseguró. Su mamá le contestó, ?mira tú, pues ojalá te salga peor que la Florencia?.
Pues no fue así, pues nunca se casó. Aunque dice que tuvo mucha suerte con las mujeres, a dos de ellas las descubrió con otros hombres. Se quedó solo y después de 54 años de no ver a su familia, buscó a sus hermanos en Chihuahua, pero ellos no mostraron interés de continuar frecuentándolo.
Por azares del destino llegó a este municipio donde vive solo, enfermo y con el apoyo de la familia de Ildefonso, quien lo único que pueden hacer es llevarle un plato de comida caliente.
Agapito después de haber trabajado en las ferias de muchas entidades de México, aún tiene la ilusión de trabajar y sacar adelante su negocio. En lo que es el terreno de la familia de Ildefonso, tiene dos juegos mecánicos, uno de avioncitos y otro que está rehabilitando en donde van sillitas de madera.
Esta última atracción mecánica necesita reparación casi total. Los aviones los hizo trabajar y la primavera pasada los niños gozaron de la diversión a cambio de dos pesos.
Él desea que el Ayuntamiento lo ayude, sabe de oportunidades para pequeños empresarios, por lo que hace un llamado a las autoridades para que lo ayuden. ?No pido dado, todo lo pagaré, lo único que deseo es comenzar de nuevo para que la gente, como mi vecina que me quitó madera y no me pagó el trabajo que le hice al construirle su jacal, vea que aún puedo salir adelante...?.
