Pekín, (EFE).- Los hijos en China han pasado de ser tratados como "pequeños emperadores" debido a la política de "Un solo hijo", a ser considerados por muchos matrimonios jóvenes como "intrusos" que les harían perder calidad de vida.
Según un reciente estudio, el 12,4 por ciento de las familias de Shangai (16 millones de habitantes) no tiene hijos, porcentaje que se situó en el 10 por ciento en el caso de las familias pequinesas (13 millones), ya que muchos consideran que un hijo sería "un intruso que les encadenaría a sus trabajos".
Aunque el Gobierno chino luce satisfecho los resultados de la política de "Un solo hijo", que en los últimos 20 años ha evitado el nacimiento de 300 millones de niños, lo cierto es que muchas parejas jóvenes están decidiendo no procrear para disfrutar de su recién adquirida libertad de consumo.
El país más poblado del mundo mantendrá su censo por debajo de los 1.600 millones de habitantes en 2050 gracias a esa política, que ha promovido indirectamente miles de abandonos y abortos selectivos de niñas porque la sociedad rural valora más el nacimiento de un varón.
Pero también ha hecho de los hijos únicos pequeños tiranos difíciles de contentar y caros de mantener en un país en el que, con 1.294 millones de habitantes, escasean todos los recursos menos la mano de obra.
Una encuesta reciente realizada en la ciudad oriental de Tianjin entre 600 familias reveló que un 60 por ciento estaba de acuerdo con los valores de vida "dink", siglas en inglés de "doble income, no kids", doble salario sin hijos.
Un 64 por ciento de los encuestados consideraba además "aceptable" no tener hijos, algo que según los expertos es preocupante para el envejecimiento de la población y un reflejo de los cambios sociales que se están produciendo en China.
Precisamente, los "pequeños emperadores" lideran este cambio: "Los jóvenes de hoy son hedonistas y valoran más el individualismo y la calidad de vida que tener descendencia", afirmó Li Yinhe, sociólogo y responsable de un estudio sobre la evolución social de la familia china en los últimos diez años.
El reciente éxito de la cadena de tiendas de juguetes de alquiler "Xingji Baobei" ("niños estelares") es un síntoma más de que las familias chinas ya no están dispuestas a gastar un dineral en comprar juguetes nuevos a sus hijos, una de las costumbres del Año Nuevo Lunar chino, celebrado en enero.
La tradicional felicitación de bodas: "que seáis bendecidos pronto con hijos", se está convirtiendo en una especie de amenaza para algunas mujeres, antes valoradas por su fertilidad y hoy cada vez más integradas en el mercado laboral.
"Me voy a Canadá a estudiar un máster en Economía, ya no aguanto la presión de mi familia y amigos para que me case", declaró a EFE Eve, una joven de Shangai de 30 años que trabaja para una compañía extranjera.
Algunos de estos cambios sociales son considerados positivos por los sociólogos, como el hecho de que a un 93,5 por ciento de la población urbana le dé igual -por primera vez en muchos siglos- tener una hija o un hijo.
Por otro lado, cada vez son más los chinos de mediana edad que dicen "no" al matrimonio o que se divorcian, a pesar de que es a esa edad cuando consiguen una mayor estabilidad económica para formar una familia.
Un estudio realizado en un distrito de Pekín mostró que, de los 600 casos de divorcio de los últimos dos años, un 46,5 por ciento correspondía a casados entre 30 y 39 años, lo que representa un aumento del 9,5 por ciento respecto a 1981.
Además, muchos de los matrimonios encuestados declararon que "no podrían soportar una vida de privaciones si su pareja perdiera el empleo en una empresa pública", algo que le sucederá a 9 millones de trabajadores en los próximos dos años debido a la reforma de las empresas estatales.
"Las parejas dan prioridad a tener una vida feliz antes que a mantener el matrimonio aunque tengan hijos: hoy se divorcian por motivos mínimos, mientras que en los 80 era por la realización de las tareas del hogar", declaró Xiao Fei, juez encargado del estudio.
La mayoría de casos de divorcio entre las parejas de mediana edad se debe al adulterio, como demuestra otra encuesta realizada en Shangai, donde sólo el 0,5 por ciento soportaría la infidelidad de su cónyuge, una práctica extendida en la actualidad que choca frontalmente con el sentido chino del honor.
La mayoría de los encuestados se mostró confiado en que el precario sistema de seguridad social se hará cargo de ellos cuando sean ancianos, una tarea que le estaba encomendada a los hijos en las zonas rurales, donde aún reside más de un 70 por ciento de la población.