EFE
MOSCÚ, RUSIA.- El comandante en jefe de la Armada de Rusia, el almirante Vladímir Kuroyédov, admitió ayer que el buque insignia de la Flota del Norte, el “Pedro el Grande”, de propulsión atómica, puede estallar en cualquier momento.
“El buque se encuentra en tan mal estado que puede volar por los aires en cualquier momento, lo que es especialmente peligroso dado que tiene un sistema de propulsión atómica”, dijo a la prensa Kuroyédov.
El comandante en jefe de la Armada indicó que el “Pedro el Grande” ha sido amarrado en Severomorsk -principal base naval en el mar de Barents- por dos semanas, plazo en que su capitán, el contralmirante Vladímir Kasatónov, “debe subsanar todos los fallos”.
“En el buque, por donde andan los almirantes está todo en orden, pero por donde no pasan todo está en tal estado, que en cualquier momento puede volar por los aires. Me refiero también al mantenimiento del reactor nuclear”, precisó Kuroyédov.
El almirante denunció que “semejante actitud del mando hacia el estado de sus buques conduce a la ruina de la Armada”.
“En un dragaminas capitaneado por un teniente primero hay más orden”, espetó molesto Kuroyédov.
El “Pedro el Grande”, que fue puesto en servicio en 1998 y es el buque más moderno de la Armada rusa, tiene una eslora de 253 metros, una manga de 28 metros, 60 metros entre quilla y su punto más alto y un desplazamiento de 26 mil 396 toneladas.
Su sistema de propulsión está compuesto por dos reactores nucleares que suman una potencia de 150 mil caballos y le dan una velocidad máxima de 60 kilómetros por hora.
El buque, con una autonomía de navegación de 60 días, está pertrechado con veinte cohetes crucero nucleares “Granit”, con un alcance de más de 500 kilómetros, además de modernos sistemas de misiles antiaéreos, y puede portar hasta tres helicópteros.
Del metal con que está construido el “Pedro el Grande”, que tiene una tripulación de 727 hombres, se podrían construir más de 600 carros blindados.
Kuroyédov dijo que se percató personalmente de la situación en que se encuentra el “Pedro el Grande” cuando el miércoles pasado observó desde su cubierta los lanzamientos de prueba de dos cohetes intercontinentales RSM-54 (“SS-23 Skiff”, según la clasificación de la OTAN) desde un submarino.
Esas pruebas tuvieron carácter extraordinario, ya que fueron llevadas a cabo tras el fracaso de los ejercicios estratégicos navales y aéreos Seguridad-2004, cuando la Armada rusa no consiguió lanzar desde submarinos nucleares dos misiles intercontinentales y un tercero tuvo que ser destruido por desviarse de su trayectoria.
Los fallos ocurrieron en presencia del presidente y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Rusia, Vladímir Putin, quien seguía desde la cubierta de otro submarino las maniobras en el mar de Barents.
Kuroyédov explicó hoy que el cohete “RSM-54” que fue destruido en el aire en el segundo 98 de vuelo fue fabricado en 1987 con una “garantía de explotación de siete años y medio”.
“Se puede prolongar la paciencia de una persona, pero no la de un cohete, que tiene un sistema electrónico complejo”, dijo el comandante en jefe de la Armada, quien afirmó que “a partir de hoy la fiabilidad de los lanzamientos de los ‘RSM-54’ es sólo del 95 por ciento”.