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RIYAD, ARABIA SAUDITA.- La ola de ataques terroristas ha atemorizado a los casi nueve millones de extranjeros que desempeñan un papel muy importante en la economía de Arabia Saudita.
La preocupación es muy grande entre los occidentales que trabajan en la industria petrolera, en instituciones financieras y en otros sectores de alto nivel. Algunos han adelantado sus vacaciones y decidirán a su retorno si permanecen en el país, dependiendo del nivel de violencia. Otros se están yendo para no volver. Pero algunos insisten en que piensan quedarse.
“Yo no me voy a ir”, dijo Peter Birch, un británico de 40 años que llegó hace algunas semanas para trabajar en una sucursal de la empresa British Aerospace.
Birch dijo que aunque los ataques lo han obligado a ser cauteloso, no tiene miedo. “Me siento bastante seguro, pese a los asesinatos”, señaló.
Nicolas Seutin, un abogado belga de 30 años, dijo que ahora es más prudente y le “asusta salir a la calle”.
Para hacerse menos notorio, Seutin comenzó hace diez días a usar pantalones anchos y camisas largas cuando va o viene del trabajo en bicicleta.
“Cuando hago eso, la calle parece menos hostil”, dijo. “Una vez llego al trabajo, me cambio de ropa para recibir a mis clientes”.
Muchos extranjeros sienten tanto temor que se niegan a identificarse ante los periodistas, para evitar ser buscados por extremistas.
Algunas mujeres occidentales tratan de fundirse en la sociedad árabe aunque las delatan sus rostros y su cabello rubio.
Una mujer europea, que no quiso dar ni siquiera su nombre, indicó que la forma de lograr que un automóvil no parezca propiedad de occidentales es colgar “copias de El Corán del espejo retrovisor y poner una alfombra de piel de oveja, una caja de pañuelos de papel y un tocado a cuadros en el panel de mando”.
Por su parte Dessa, una asiática casada con un europeo rubio, dijo que desearía que su esposo “se tiña el pelo de negro”. Circulan rumores de que otros occidentales se han dejado crecer la barba, han teñido su cabello de color oscuro y han adquirido las largas batas blancas que usan los saudíes.
Los temores se acrecientan con cada ataque. El martes, Robert C. Jacobs, un estadounidense de 62 años que trabajaba para el contratista de defensa Vinnell Corporation, fue asesinado a balazos en su vivienda de Riyad.
Dos días antes, un camarógrafo irlandés fue asesinado y un corresponsal de la televisión británica fue herido de gravedad cuando los atacaron mientras filmaban en una urbanización donde viven muchos militantes islámicos. Y en mayo, dos ataques causaron la muerte de 29 personas, la mayoría de ellos extranjeros.
Algunos expertos dicen que el Gobierno subestimó la amenaza de terror en su país, donde viven unos 8.8 millones de extranjeros entre 17 millones de saudíes. Ellos dicen que el incremento de la violencia indica que la red terrorista Al Qaeda, creada por el millonario saudí Osama bin Laden, tiene ahora como objetivo derrocar a la familia real de este país.