Habría qué ver si lo conseguido en la Cumbre, celebrada la semana pasada en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, valió la pena. Por lo pronto las columnas de primera plana de la mayoría de los periódicos nacionales coincidían en señalar como nota principal que la Unión Europea se rehusó a condenar al Gobierno de los Estados Unidos de América por las torturas a que fueron sometidos presos iraquíes. De esto último, de los tormentos, han venido dando cuenta los diarios de todo el mundo, incluyendo los que se editan en la Unión Americana. Son testimonios gráficos que no permiten ignorar lo que sucedió en una prisión de Bagdad, cuando guardianes estadounidenses incurrían en diversas prácticas de abuso, consideradas como transgresiones a la Convención de Ginebra, que establece el trato digno que debe darse a los prisioneros de guerra.
Se abstuvieron los países concurrentes a la III cumbre de América Latina, el Caribe y los países de la Unión Europea, con aires melindrosos, en mencionar a los soldados de EU como autores de tales crueldades. Sin embargo al mencionar al pueblo iraquí como el que recibió la ofensa no queda duda de a quién iba dirigida la censura. ¿Por qué los países europeos se rehusaron a inculpar directamente a EU? Para contestar la pregunta quizá sería conveniente mencionar que la Casa Blanca en un gesto de “me importa un ardite lo que digan los demás”, tomó la decisión unilateral de agredir, sin la anuencia de los países integrantes de la Organización de Naciones Unidas, al pueblo de Irak bajo un argumento que luego se supo era una mentira. En efecto, se dijo que el Gobierno de Saddam Hussein contaba con armas de destrucción masiva. Ahora se sabe que era un pretexto para darle cierto carácter ético a una invasión que, hasta este momento, ha carecido de honor.
Ante eso, los países europeos callaron sin atreverse a reprobar el intervencionismo descarado de los EU violando Washington, sin duda, la Carta de las Naciones Unidas, declinando sujetar a George W. Bush a un consejo de guerra, que era lo adecuado dadas las circunstancias. En vez de ello, poco a poco, varios países empezaron enviar contingentes de soldados a territorio iraquí, en tanto otros, dicen, se apuntaron con sumas de dinero para el mantenimiento de fuerzas militares, como si en realidad la nación iraquí representara un peligro para la humanidad. Quedó demostrado con lo anterior que, hoy por hoy, no hay quién se atreva a ponérsele enfrente a EU. Aunque al no nombrar quién, pero señalando lo que hace como condenable, tendremos que reconocer que algo es algo, no importa que la recriminación se haya tomado con pusilánime titubeo.
Lo cual se confirma con la negativa de los países de Europa a estigmatizar el acoso de la Casa Blanca al Gobierno de Cuba basándose en la represión que ejerce Fidel Castro contra la oposición en la isla. El estrangulamiento económico que mantiene EU, aplicando a Ley Helms-Burton, suponiendo que fuera una medida necesaria, no sólo afecta al Gobierno que preside Fidel, ojalá que a eso se concretara, lo doloroso es que el pueblo cubano sufra sus consecuencias. ¿Por qué ese afán de imponer una filosofía política que el pueblo aparentemente rechaza? ¿No será el temor de que un Gobierno, que no se somete a los dictados del imperialismo yanqui, pueda crecer y desarrollarse, propiciando que otros se les brinquen las trancas? Si queremos ser serios, he de decir que la Cumbre de países celebrada en la capital tapatía, no sirvió para gran cosa, como no fuera para gastar el dinero de los contribuyentes. Los ilustres personajes que se reunieron tienen como distintivo el enorme temor que les produce la sola idea de decirle al mundo que no están conformes con lo que en materia de derechos humanos hace el gobierno de EU.
Nota Bene
Habría que recomendarle a Hugo Chávez, presidente de Venezuela, que hubiera bastado, al referirse a su archienemigo George W. Bush, con tacharlo de hombre despreciable, cobarde y tonto, en vez de usar una palabra procaz que ofendió a quien va dirigida, a los que la oímos y al que la dijo.