25 de febrero de 2004.
Alhucemas, Marruecos, (EFE).- Centenares de personas se preparan para pasar su segunda noche en la calle, la mayoría de ellas porque, tras las réplicas que han sucedido al terremoto principal del martes en Marruecos, tiene miedo a regresar a sus casas y que haya otras sacudidas de tierra.
En Imzara, el segundo núcleo poblacional de la región y la localidad más dañada, la situación es especialmente crítica porque ningún vecino quiere volver a su casa y las decenas de jaimas de plástico que hoy ha instalado el Ejercito marroquí no son suficientes para albergarles.
En la carretera que lleva hasta Alhucemas pueden verse a ambos lados una especie de tiendas de campaña construidas con plásticos que apenas protegen a las familias que se agrupan bajo ellos.
En Alhucemas, la mayoría de las plazas públicas cuentan con estos refugios caseros, al igual que muchos descampados y aceras anchas.
Las familias más pudientes tienen tiendas de campaña, pero en un recorrido por las calles de la ciudad puede comprobarse que se recurre a todo lo que se encuentra al alcance para evitar dormir bajo un techo de ladrillo.
Una jaima que sirvió para celebrar recientemente una feliz y multitudinaria boda aloja ahora a la familia de Ahmed, después de que anoche durmiesen todos a la intemperie y bajo la lluvia porque "teníamos tanto miedo de que un nuevo terremoto nos sorprendiese dormidos y no pudiésemos escapar, que preferíamos la calle. Hoy estaremos mucho mejor", apuntaron a Efe las hijas.
Se reconocen unos "privilegiados" porque tienen mantas, comida y un techo de lona impermeable para guarecerse, pero no olvidan a "quienes más están padeciendo, en el campo" y piden que la ayuda humanitaria prometida por varios países y las propias autoridades marroquíes se reparta entre ellos.
