Tal y como lo prometió al momento de asumir la presidencia del Gobierno de España, José María Aznar cumpliendo los ocho años de su gestión, con una reelección de por medio, abandona voluntariamente la jefatura del Partido Popular, para que sea Mariano Rajoy quien encabece las listas de ese partido con vista a las elecciones generales españolas a llevarse a cabo el próximo 14 de marzo.
Aznar podría haber olvidado su promesa y haberse postulado a un nuevo período cuatrianual como inquilino del Palacio de la Moncloa (sede de la jefatura de Gobierno), pero fiel a su palabra empeñada y sobre todo convencido de que aunque la Constitución española faculte al presidente de Gobierno reelegirse indeterminadamente, vista la experiencia del presidente Felipe González, a quien venció en las urnas hace ocho años, y quien merced a sus tres reelecciones consecutivas perdió piso y permitió una corrupción espectacular en casi todos los ámbitos de la administración pública española, Aznar ha preferido dejar libre el camino para que sea el político gallego Mariano Rajoy quien se presente como candidato a presidir el Gobierno español con la representación del Partido Popular.
Todas las encuestas coinciden en presentar al gallego como viable ganador frente al candidato del PSOE José Luis Rodríguez Zapatero, su principal oponente. La duda es si el PP conseguirá la mayoría absoluta o tendrá que establecer acuerdos con otras conformaciones políticas menores para poder constituir el nuevo Gobierno. Pero lo cierto es que la estabilidad económica y el crecimiento sostenido que han disfrutado los españoles en estos últimos ocho años hacen ver que sin demasiadas dificultades el Partido Popular seguirá formando Gobierno.
El Presidente actual, de procedencia castellana a sus 51 años de edad recién cumplidos deja el Gobierno en pleno auge de su gestión lo cual resulta un acontecimiento inédito en la historia de la transición española en la que Suárez, Calvo Sotelo y González, independientemente de los éxitos que pudieran haber tenido en el intermedio de sus respectivas gestiones, abandonaron La Moncloa en medio de sendas crisis. José María Aznar quien perdió en las dos primera confrontaciones electorales mantenidas contra el presidente de Gobierno en ejercicio Felipe González, una vez llegado al poder y sin gozar con el apoyo que le significa la mayoría absoluta en Las Cortes legislativas comenzó a poner en orden la maltrecha (por la corrupción socialista) economía española.
Con ello consiguió hace cuatro años la mayoría absoluta pero dejando bien claro que era la última vez que se presentaba como candidato, cosa que pocos españoles creyeron. En este tiempo colaboradores suyos como el propio Rajoy, el artífice del milagro económico: Rodrigo Rato, el valiente ex ministro del Interior y ahora diputado en el parlamento vasco Jaime Mayor Oreja o el ministro del Trabajo y vocero gubernamental Eduardo Zaplana, están teniendo un protagonismo que le otorga al llamado PP una credibilidad que no tenía hace una década en la que el experimento a favor de un centrismo político encabezado por Adolfo Suárez tenía como cuña el pasado franquista que se le acreditaba y la confrontación con el poderoso grupo político encabezado por Manuel Fraga Iribarne.
Aznar en estos años ha hecho el milagro de unir a suaristas y fragüistas y resucitar una centro-derecha española que parecía perdida frente al socialismo felipista.