El País
MADRID, ESPAÑA.- Érase una vez el “toque Burton”. Vendido al mejor postor, lo temíamos perdido para siempre, pero ha regresado desde el imperio del dólar, donde deambulaba entre sombras. Estaba secuestrado. Ese hechizo, esa atmósfera. Una forma de contar historias basada en la sugestión. Nada de milongas. Nada de cuéntame un cuento y verás qué contento, no. Cuéntame un cuento, Tim Burton, y arréglame esta mie... de vida.
¿Y qué si la historia tal vez no sea real? ¿A quién le importa? No existen las mentiras cuando hablamos de ficción. Importa el relato en sí mismo, importa que quien cuente la historia la haya hecho suya. Por eso Big Fish, una obra literaria de Daniel Wallace arraigada en la tradición sureña norteamericana (y que se publicó con este inquietante subtítulo: Una novela de proporciones míticas) es la reválida perfecta para el cineasta más ilusionante (o ilusionista) de los últimos lustros.
Un hombre que creía ser un pez tiene la culpa. Y en los cuentos, ya se sabe, el que la sigue, la consigue. Así de duro se ha puesto el tipo que sacó a Batman de la cueva, sopló vida a un Frankenstein con dedos como tijeras, quien puso a los freaks en circulación haciendo salir de todos sus armarios a Ed Wood, así de convincente ha regresado tras llevarse todos los palos del mundo haciendo quizá el remake más innecesario de la historia (El Planeta de los Simios), convertido en un mero delineante de estilo en Sleepy Hollow y en un gamberro en la flamante tontería de Mars Attacks. Tim Burton ha vuelto. Y esta vez es para quedarse definitivamente.
Como ya no hay costumbre (y menos a determinadas edades presuntamente adultas) de dejarse mecer por historias contadas al borde de la cama, he aquí unas pocas instrucciones de obligado cumplimiento para dejarse seducir por un cuento hecho de muchos, muchísimos cuentos, y un pez grande:
La historia no lo es todo. Importa mucho quién la cuente. No es lo mismo que lo haga Edward Bloom (Albert Finney –Dos en la carretera–, que ya dio muestras de su maravillosa resurrección como jefe de Julia Roberts en Erin Brockovich), un experto contador de historias, un hombre entrañable que se hacía querer; a que intente repetirlas su hijo Will Bloom (Billy Crudup –Casi famosos–), que nunca ha acabado de creerse las vivencias de su padre, al que nunca acabará de perdonar que pasase tan poco tiempo en casa.
Oírlo para creerlo
Hay que escuchar atentamente la narración de Edward Bloom sobre su propia vida. Su juventud (interpretada por un Ewan McGregor lanzado, sin límites en su carrera cinematográfica y en su camino vital en la piel del joven Bloom) es la fantástica historia de un jardín con caminos que se bifurcan, una mezcla de pegajoso asfalto borgiano y paisaje onírico a lo Tim Burton, pero sin su tinte negro, olvidado en casa (quizá Helena Bonham-Carter, con quien forma una de las más pálidas y antilujuriosas parejas del mundo, tenga algo que ver), a pesar de que la muerte de su padre, con quien Burton hijo mantenía una relación distante, tenga mucho que ver con este proyecto.
No hay mal que por bien no venga. El cuentista Bloom, que vive retirado junto a su esposa (la bella eterna Jessica Lange, quién no compartiría bañera con ella) y lleva mal no ser el centro de atención que siempre fue gracias a sus historias, está enfermo de gravedad. Eso le reunirá de nuevo con su hijo, periodista en París, con el que lleva sin hablarse tres años, desde su boda (con la encantadora Marion Cotillard, que además está embarazada), que volverá a casa a despedirse del hombre que llenó su infancia de cuentos. Será su última oportunidad para sincerarse con su padre y saber la verdad de lo que él siempre pensó que eran mentiras graciosas para ganarse a la audiencia. ¿Quién es realmente Edward Bloom? ¿Podrá contarle por fin su verdadera historia?
Ojo con las metáforas
Están para cumplirse. Si Edward Bloom necesita más agua que los demás, les cuenta que tiene una especial relación con un pez gigante y mágico y, como ese animal, siempre necesitó más espacio vital para crecer que el que tenía en su pueblo, puede que la corriente vaya en esa dirección. Puede que las exageraciones tengan algún sentido. Bloom es un álter ego del Tim Burton contador de historias, el que se ha puesto en manos del guionista John August, un joven con talento que se ha reído del mundo con Los Ángeles de Charlie y su secuela y que ahora demuestra que es otro pez escurridizo.
Los detalles son de vital importancia. Por eso no hay que distraerse cuando Bloom (no es casual que el apellido sea el mismo del protagonista del Ulises de Joyce) narre su odisea a lo Forrest Gump estilizado, desprovisto de la grasa patriotera: su encuentro revelador con la bruja, su salida de casa (“sweet home, Alabama”), su encuentro con el gigante (todo es relativo, ¿y si los demás son demasiado pequeños?), el paso por el paraíso de Espectro (morada del poeta, luego salteador, Steve Buscemi), su temporada en el circo de Danny DeVito, el cortejo a su futura esposa (Alison Lohman), el servicio militar, el nacimiento de Will…
Las apariencias engañan. Todas esas pequeñas historias parecen fruto de una imaginación sin límites. Parecen la mentira de un padre empeñado en ocultar algo a su hijo.
Aprenda a conocer el final de antemano. “Es mejor saber cómo vas a morir –Bloom padre siempre lo tuvo claro– porque así sabes que superas todo lo demás”. Big Fish es la historia de un camino de luminoso reencuentro con uno mismo y con los seres queridos, el retorno de Tim Burton a las quimeras dulces, a corrientes de un caudal creativo en las que dejarse sumergir. El río que lleva al mar, el que acaba en… ¿Qué más da? Colorín, colorado, todos sabemos nuestro final. Ojalá sea como el de Edward Bloom..
Una “gran” cinta
La cinta El Gran Pez está protagonizada por Ewan McGregor (Abajo el Amor, El Ataque de los Clones, Moulin rouge, Black Hawk derribado, La Amenaza Fantasma, Ojos que te Acechan, El Gran Farol) y Alison Lohman (Los Impostores, La Flor del Mal), que interpretan a los jóvenes Ed y Sandra Bloom, y Albert Finney (Círculo de Engaños, Traffic, Erin Brockovich, Washington Square, El Desayuno de los Campeones) y Jessica Lange (Titus, Anónimos, Heredarás la Tierra, Relación Mortal), como los mismos personajes en su versión adulta.
-Ewan McGregor fue elegido para el papel por su parecido con una foto de Albert Finney de juventud.
-También interviene Billy Crudup (Charlotte Gray, Casi Famosos, Código de Lealtad, Hi-Lo Country), Helena Bonham Carter (Cosas de Mujeres, Sonrisa Peligrosa, Retratos Chinos, El Planeta de los Simios, Extraña Petición, Una Guerra Feliz), el gigante Matthew McGrory avalado por el Libro Guinness de los Récords, Danny DeVito (Todo lo Demás, El Último Golpe, Smoochy, Todos la Querían... Muerta, ¿Qué Más Puede Pasar?, Las Vírgenes Suicidas, El Pez Gordo), y Steve Buscemi (Spy Kids 2: la Isla de los Sueños Perdidos, Falsa Identidad, Ghost World, La Zona Gris, 28 Días, Armageddon, El Gran Lebowski, Animal Factory).
-Se basa en la novela Big Fish: a novel of mythic proportions, de Daniel Wallace.
-El guión es de John August (Titan A.E., Viviendo sin Límites), co-guionista de Los Ángeles de Charlie: al Límite y Los Ángeles de Charlie.
-El director de fotografía es Philippe Rousselot (Antwone Fisher, El Sastre de Panamá, Instinto, Capricho, Titanes: Hicieron Historia).
-La banda sonora es del habitual compositor del director Danny Elfman (El Dragón Rojo, Hombres de Negro II, Spider-Man, El Planeta de los Simios, Sleepy Hollow) y la canción Man of the Hour está compuesta por Eddie Vedder.
-Está producida por Columbia Pictures, The Zanuck Company y Jinks/Cohen Company y su presupuesto ascendió a 70 millones de dólares.
-La película iba a ser dirigida por Steven Spielberg y protagonizada por Jack Nicholson.
-Fue candidata al Oscar a la mejor banda sonora y al Globo de Oro a la mejor película comedia o musical, banda sonora, canción (Man of the Hour, de Eddie Vedder) y actor de reparto (Albert Finney).
-El rodaje se inició el 13 de enero de 2003 en Alabama y se prolongó hasta primeros de abril de 2003. Después se trasladó a París en mayo de 2003.
FUENTE: Agencias
