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Tlaxcala/Plaza Pública

Miguel Ángel Granados Chapa

La elección de pasado mañana en Tlaxcala se singulariza por la inédita presencia de una candidata que aspira a suceder a su esposo en la gubernatura. Asimismo, es notable porque los tres contendientes han sido —obviamente uno lo es todavía— miembros del Partido Revolucionario Institucional.

Se augura una batalla cerrada, en que participarán según las encuestas los candidatos del PRI, Mariano González Zarur, y del PAN, Héctor Ortiz Ortiz. No debe excluirse, sin embargo, que un esfuerzo de última hora, con el apoyo gubernamental que se ha temido y evidenciado, permita ingresar en la disputa por el triunfo a la candidata del PRD, María del Carmen Ramírez García.

Las encuestas difieren levemente en la asignación de resultados, pero son contestes en cuanto el pronóstico posible sobre el triunfador. El grupo Reforma halló que en favor del alcalde capitalino (con licencia) Ortiz Ortiz (presentado por Acción Nacional aliado con dos partidos locales y virtualmente el PT) votaría el 39 por ciento de los entrevistados, mientras que por el senador González Zarur (candidato priista y del Verde), lo haría el 35 por ciento. Por la senadora Ramírez sufragaría el 26 por ciento. Para El Universal la distancia entre los dos primeros es más corta, sólo de un punto, pues atribuye 37 por ciento de las intenciones de voto a Ortiz Ortiz y 36 por ciento a González Zarur. También es mayor la posibilidad asignada a Ramírez García, cifrada en 29 por ciento.

La crisis del PRI, que comenzó hace seis años, es un factor determinante de lo que ocurra el domingo en esta elección, donde además de renovarse el Poder Ejecutivo están en juego 60 ayuntamientos y 32 diputaciones. Y lo es en semejante medida la crisis del PRD, causada por la hasta ahora exitosa insistencia de la pareja que gobierna de prorrogar el mandato de Alfonso Sánchez Anaya en la persona de su esposa. Ambas circunstancias explican la preeminencia del candidato panista.

Son bien conocidas las peripecias que permitieron participar en la contienda a la senadora Ramírez García. Contra la corriente en su partido y a partir de decisiones de la justicia electoral, la esposa del Gobernador protagoniza el caso de una candidata que lo es a despecho de la voluntad del mando partidario, que hubiera preferido no escogerla, pues le parece contrario a la ética que el poder genere poder, que se hayan establecido condiciones desde la casa de Gobierno para que permanezca en ella la misma familia. Aunque la candidata perredista argumenta que es dueña de su propia carrera, la verdad es que antes de su matrimonio con Sánchez Anaya había tenido un no muy relevante desempeño profesional como comunicadora. Su primer lance político consistió (al menos así se dice ahora) en coordinar la campaña de Sánchez Anaya como diputado, sostenido por el PRI al que pertenecía en 1994.

Luego, juntos salieron de ese partido y él se convirtió en candidato de una alianza opositora en que con el PRD figuraron partidos que ahora sostienen otras candidaturas, el Verde y el PT. Al asumir el gobierno Sánchez Anaya, Ramírez García encabezó el DIF, a través del cual adquirió la presencia pública comprensible en un régimen que asiste a personas menesterosas.

Con su rala militancia en el PRD, e indudablemente por el impulso de su marido, ganó la candidatura al Senado, pero no la curul de mayoría en las elecciones constitucionales de 2000, no obstante lo cual se afana en presentar como una victoria la derrota de ser senadora de minoría.

Durante al menos tres años, simultaneó su cargo en el Congreso y en el DIF. Asegura ahora haber abandonado esta responsabilidad en enero de este año, para evitar la maledicencia de que usara recursos públicos en su propia promoción. Pero si en efecto se alejó de esa tarea, lo disimuló pues hace poco presentó su último informe en un acto al que asistió la señor Marta Sahagún de Fox. Aunque ya había tenido que declinar ella misma su remota posibilidad de suceder a su esposo, la antigua vocera presidencial alentó entusiasta las aspiraciones de la pareja tlaxcalteca.

Ortiz Ortiz ha realizado una carrera política con entreveramientos académicos. Nació en Santiago Tejupan, Oaxaca, en 1950, hijo de un maestro rural cuyo destino lo lleva a Tlaxcala. Graduado en su universidad, pronto dirigió su alma mater, la escuela de derecho, y con el tiempo llegó a ser rector de la propia universidad. Bajo la gobernadora Beatriz Paredes fue líder estatal del PRI, procurador de justicia, secretario de educación y diputado federal.

Volvió a la Cámara en 2000, en el grupo parlamentario coordinado precisamente por Beatriz Paredes. Concluyó anticipadamente su estancia en San Lázaro pues hace tres años ganó la presidencia municipal de Tlaxcala. Desde allí se afanó por conseguir que la candidatura priista al Gobierno estatal se resolviera en consulta a la base, donde suponía tener ventaja. Seguramente pensaron lo mismo quienes se le oponían, porque se aprobó que el candidato fuera nombrado en convención de delegados. Ortiz Ortiz tuvo que buscar cobijo en otra parte (como Sánchez Anaya seis años atrás) y lo halló en el PAN.

González Zarur nació en Apizaco y estudió contaduría en la UNAM. Su inicio en la administración pública tuvo connotaciones familiares, pues lo designó tesorero del estado, en 1975, su suegro el gobernador Emilio Sánchez Piedras. Permaneció en el cargo bajo el gobernador Tulio Hernández. Fue presidente municipal de su tierra y dos veces encabezó el comité estatal priista.

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