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Toda una tradición acudir a comer al mercado Hidalgo

CUAUHTÉMOC TORRES ALVARADO

CRÓNICA URBANA

EL SIGLO DE TORREÓN

MATAMOROS, COAH.- El mercado Hidalgo de esta ciudad es una tradición para las madres de familia que acuden a realizar sus compras. Desde muy temprano visitan el lugar con el afán de obtener las mejores carnes, frutas o verduras, para la comida de sus familias.

El recorrido por todo el lugar resulta obligatorio. El menú de olores y sabores que se ofrece es también una estrategia para atraer a los consumidores. Cientos de personas acuden diariamente, ya sea a vender, comprar o consumir.

La variedad está a la orden del día: puestos en donde se venden carnes de res y de puerco; verduras, legumbres y frutas, pollo, pescado; reparación de calzado, venta de hierbas, licuados, comida para llevar o consumir allí.

La mezcla de olores permite saborear cada uno de los platillos que se exhiben en las vitrinas. La atención personalizada es uno de los servicios que más buscan los clientes. Es la tradición y la costumbre de revisar lo que se va a comprar y si no satisface, pedir algo mejor.

La entrada al mercado es realmente un festival de incomodidades: caminar al ritmo de las demás personas, esquivar uno que otro cargador y soportar o brindar un “pisotón” a la persona que va adelante.

El antiguo reloj que emerge desde el centro del mercado, es un testigo indestructible del tiempo. Sus manecillas volvieron a marcar las horas de los matamorenses luego de una reparación llevada a cabo por las autoridades municipales.

Todavía en el mercado Hidalgo persiste la costumbre de agregar a la bolsa de pescado, un ramillete de cilantro como parte de la presentación del producto ya vendido. Éste es un lugar perfecto para las personas que no pretenden cocinar en su casa los domingos.

Es también un lugar ideal para todos aquéllos que luego de una larga embriaguez, acuden a saborear y bendecir un caldo de mariscos para paliar la resaca. Alrededor del inmueble se refugian vendedores ambulantes que desean aprovechar la coyuntura de la afluencia de visitantes.

La constante visita de clientes al lugar crea un problema vial, debido a la falta de estacionamiento. La capacidad de los agentes de tránsito se ve rebasada por la cantidad de peatones y conductores que quieren obtener el paso primero que los demás.

Los gritos de los vendedores no dejan de cesar para llamar la atención. Cada vez que una persona se acerca a un local, es inminentemente abordada por la desesperación del locatario por venderle sus productos.

El ruido de los carniceros cuando le sacan filo a sus cuchillos o cuando encienden la máquina para rebanar las carnes, es todavía una actividad común. La gente acude al Mercado, ya que desde tiempo atrás, en él se vende comida recién hecha y carnes frescas para todos los gustos.

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