Un renglón importante, dentro del ámbito teatral, es sin duda la crítica, palabra que denota miedo, grilla, hasta incluso amargura por parte de quien la ejerce, sin embargo, el problema radica en quien la recibe, ya que difícilmente la aceptamos, por carecer de humildad, y sobre todo de madurez.
Erróneamente solemos decir, ?La acepto si es constructiva?. Olvidamos por completo, que para construir, primero debemos destruir, señalando errores, planteamientos inadecuados que inhiben el pleno desarrollo de un trabajo. Al ver un jardín con hiedras venenosas, lo primero que hacemos es arrancarlas de raíz, y después contemplar lo bello que luce sin la hierba mala, ¿o no?, el que se queja de que sólo dicen lo malo de su trabajo y no lo bueno, es precisamente porque lo malo enturbia tu obra, lo bueno ahí esta, y podrá lucir mejor entre menos hiedra contenga. Un buen director o jardinero, siguiendo con la comparación, de antemano detecta sus errores y sus aciertos, tanto que al preguntar qué nos pareció su trabajo, él ya sabe la respuesta, sólo desea corroborarla, en el mejor de los casos. Lo erróneo está cuando creen que son lo máximo, y se ofende al escuchar comentarios desfavorables, ¡Válgame Dios!, parecen novias engañadas, pegan de gritos, lloran y suplican que ¿por qué a ellos?, qué mal te han hecho, encasillando a quien dijo el comentario, en conceptos de: Envidiosa, amargada, negativa, y hasta de ignorante, sin darse cuenta que la ignorancia vive bajo su mismo techo.
La crítica, te ayuda a que puedas ver esos renglones torcidos que se te escaparon, para que el director si así lo desea corrija o replante su trabajo, y a su vez el público asistente confronte o compare sus pareceres con la crítica.
Muchos directores no aceptan que les señalen sus errores, temen perder su ?buena imagen? ante sus jefes, alumnos y amigos. La solución a este temor, es el trabajo y la preparación constante, la sinceridad en lo que puedes dar a tus actores, a ti mismo, y sobre todo tu compromiso con la sociedad. Para ello se requiere un que hacer inteligente, aunque, si Dios no te dotó de talento, nadie te lo dará, sólo hay que ubicarse en lo que haces mejor, y por lo menos escoger libretos interesantes que contar, sin ser pretenciosos, y aprovecharse de alguna problemática social, para promover una obra que de entrada parte de un texto malo, como el caso de la obra Hotel Juárez, ojo con lo que seleccionan, no todos los libretos de un autor de renombre son siempre buenos.
El sólo hecho de pensar que quien hace crítica, es un ser inferior a ellos, sin preparación, genera una grave estocada a su ego, exigen currículum inmediato de quien la ejerce, como si eso fuera sinónimo de garantía.
Desean ponerle cara a quien la ejerce, pero una cara que convenga a los teatristas inconformes, un rostro y un nombre al que puedan desmeritar, etiquetándolo en conceptos desfavorables, controlando el miedo, muy al estilo gringo, al señalar ?Todos los mexicanos son flojos?, evitando con ello, reconocer nuestras capacidades, fortalezas, y riquezas culturales, para ejercer con sus pobres conceptos un dominio simbólico de nuestra gente.
Los críticos no deben ser cómplices de la mediocridad con el afán de quedar bien con instituciones, amigos o grupos teatrales, la crítica debe ser cultivada día a día en el quehacer artístico, para que de esta manera, jóvenes, maestros y directores, busquen incansablemente las relaciones del teatro con la cultura, la política y la sociedad, y así, ahondar en el entendimiento de la condición humana, comunicándose con un público que está siendo formado por otras opciones, otras estéticas y otras visiones del mundo.
Recuerden que el peor enemigo del arte no es un mal crítico, sino el mal teatro, y éste es un punto de partida y no un punto de llegada.