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Tras el telón | La esencia del trabajo de Rogelio Luévano

GUADALUPE SOSA

La Esencia del Trabajo de Rogelio Luévano

Competir, aunque nos incomode aceptarlo, equivale a ver al otro contra el cual se compite como un simple objeto al cual hay que derrotar, nulificamos y cosificamos al otro al sacarlo de su dimensión humana para ubicarlo en el plano de la pugna.

Rogelio Luévano, a pesar de haber trabajando en un contexto bastante inhóspito, siempre vio el lado humano en los demás, a los cuales respetó, aceptó, e incluso aportó su conocimiento, ya que su más arduo competidor fue él mismo.

Su experiencia, su conocimiento y su capacidad creadora, fueron las armas que le permitieron salir avante de las metas, que él mismo se fijó. Hizo lo posible por alcanzarlas y mejorarlas. El discernimiento y la autocrítica constante, fueron clave para convencerse de sus ideas y propuestas.

Los demás fueron siempre tan importantes para él, que jamás se permitió compararse y hacer en función de ellos, ya que la inseguridad y la mediocridad fueron ajenas a él.

Creó en función de sí, retó, superó y avanzó, no tuvo miedo al fracaso, porque se sentía confiado en su conocimiento, el cual utilizó para llevar sus sueños a la escena.

La mediocridad, existente en los teatristas locales, se debe al miedo interno de no sentirse completamente capacitados, ni creativos, siempre en eterna competencia con los demás, a los cuales atacan o lisonjean para sentirse capaces, ¿de qué?, de mantener el poder en su grupo teatral, de cuidar la chuleta institucional. Ojo teatristas, echar habladurías contra sus compañeros y lloriquear al ser criticados en sus trabajos, no son mas que síntomas de una deshumanización, centrada en la falta de preparación, en la inseguridad de no saber quiénes son, ni qué es lo que realmente quieren, de ahí que se valgan de discursos demagogos y panfletarios, para hacerse presentes, déjense de tonterías, si en verdad admiraron la labor del maestro Luévano, dense cuenta que ésta consistía en hacer y dejar hacer, capacitándose, poniéndose metas y luchar por realizarlas y convencerse a sí mismos.

Rogelio se fue de la región debido a esas metas que constantemente se propuso, deseaba crecer y aportar más al hábito teatral, no se fue por que no lo dejaran trabajar, como argumenta un director local oportunista, al cual su comportamiento ególatra lo ha dejado fuera de algunas instituciones, y pretende compararse y escudarse con la imagen de Rogelio, para defender la suya.

Él no se fue sin despedirse, se fue dejando toda una enseñanza teatral, para que lo recordaran tanto público como teatristas, pero lamentablemente muchos de sus alumnos no han sabido mantener, tal vez por el nihilismo social que avasalla las mentes de nuestra población , convirtiéndonos en parásitos culturales, que sólo hacemos cosas para aparentar, regodeándonos de frases dichas por los maestros del teatro nacional, como si con ello fuéramos a ser iguales, el trabajo constante, la capacitación, el amor al teatro, el compromiso y las metas internas son las que deben funcionar en pro de la creación. Compitan contra la apatía, la flojera mental, la demagogia y las falsas poses, para ser no sólo basta parecer, hay que ir a la esencia del verdadero quehacer escénico, o en palabras del joven Ramses hijo del maestro Rogelio, dejen de tener actividad teatral y pónganse a hacer teatro.

A sus ordenes: sosaglpe@hotmail.com

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