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Tras el Telón / Los usos de la mentira

Guadalupe Sosa

¿Qué tan necesaria suele ser la mentira dentro de nuestras relaciones interpersonales? ¿Mentiras piadosas? Acaso repartimos bondad, misericordia al mentir, o sólo solemos ser bondadosos con nosotros mismos por no aceptar una verdad que nos perjudica, nos da temor abrir nuestra alma y aceptar una realidad innegable y mentimos al otro para que no se sienta mal, pero realmente lo hacemos para no ser nosotros quienes lo sientan. ¿Autobondad o cobardía? En la política, la mentira ha sido el arma más comúnmente utilizada. Somos un pueblo que ha crecido con ella, ocultándonos hechos que desde luego perjudican a los actores principales de robos, asesinatos, genocidios, que por sostener el poder, han solido mentir, y no es la práctica del disimulo o la demagogia que hay en toda política, sino un verdadero sistema de negación de la realidad. Para ejemplo: Caso Echeverría con las masacres del 68 y 71 respectivamente. Los casos Aguas Blancas, triunfo de (Carlos) Salinas, Cardenal Posadas Ocampo, Colosio y un sinfín de hechos protegidos por la mentira, pero una rigurosa, sin la menor concesión, ni el más insignificante atisbo de realidad: el éxito de la estrategia depende de eso.

En el medio teatral directores, actores, maestros solemos muy a menudo ser cómplices de la mentira, una mentira que nos haga creer que somos el punto más alto del arte, que nos haga pensar que somos los mejores, y que quien duda y señala errores en lo que hacemos es simplemente por celo, por envidia de alguien que le cuesta trabajo ver el éxito de los demás. ¡Qué padre no!, para ser los mejores sólo basta mentir, y creernos esa mentira!, tal como lo han hecho antiguos regímenes políticos, y hasta el mismo director municipal de cultura, que con una mentira tras otra trataba de justificar los errores que la falta de planeación y la egolatría dictatorial le hicieron hacer.

Y se pone más fácil cuando nuestros alumnos cotejan nuestra mentira, claro ellos son inocentes, creen en nosotros porque se ponen la camiseta del lugar donde están, se sienten bien con su grupo de amigos, pero sobre todo porque nos idealizan, nos ven como ?gurús?, como ?diocesitas? que nos ?apapachan? y nos dicen netas, y nos citan comentarios de gente famosa con la cual hemos convivido, incluso hay alumnos que se enamoran de nosotros por esa idealización que tienen. Nos admiran y son los principales defensores de nosotros ante cualquier comentario desfavorable, algo créanme muy normal en el ser humano, todos a lo largo de nuestra vida hemos idealizado. Lo conveniente sería fomentar el sentido crítico en nuestros alumnos, que sean capaces de criticarnos y maduramente aceptar la crítica y darles cosas interesantes que aprender, que esto sea el principal objetivo del alumno aprender, investigar y criticar debatiendo con argumentos sólidos a quien sea, tenemos ese derecho, pero claro a los maestros con falta de compromiso serio, ególatras, no nos conviene, queremos hacer de nuestros grupos teatrales, un ?Club de Toby?, donde el requisito es sólo ser idolatrados, y nunca cuestionados. ¡Lástima!, el arte es para crecer como personas y comprender la gran variedad de condiciones y experiencias que el individuo en su sociedad encierra. Seamos sinceros con nosotros mismos partiendo de un principio de realidad bien establecido y no nos creamos los ultra plus, por los piropos que gente importante nos diga; se siente bonito ser piropeado, pero más bonito es conocerse a sí mismos, y ser sinceros para aceptar que nos falta mucho por crecer. Cuando se tiene el conocimiento se sustenta con fundamentos, no tontos alegatos de decir ?sé más yo, tengo más experiencia?, si es así lo notarán los demás, no nos mintamos por bien de nosotros y de los demás.

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