Un movimiento teatral sin ideología está condenado a la mediocridad, al gusto por el gusto mismo, a producir puestas en escena ?light?. Los artistas deben ser congruentes con la época que les toca vivir. Debe existir una correspondencia entre los autores, directores y actores; al menos dentro del teatro independiente, donde los actores pueden participar en la toma de decisiones de la próxima obra a montar. El cine sabe explotar los temas de actualidad al grado de convertirlos en historia después de exhibirlos en las pantallas grandes. Pero en el teatro, actualmente no pasa lo mismo.
¿Hacia dónde va nuestro sistema de Gobierno? ¿Qué proyecto de Nación ofrece cada uno de los partidos políticos? ¿De qué forma está impactando la corrupción, la impunidad, la violencia delictiva en las nuevas generaciones? Éstas son algunas de las preguntas que fácil provocarían obras de teatro con actualidad. Algunas telenovelas ya se atreven a tocar temas políticos de actualidad incrustados en hechos que el público asocia de inmediato. Y viene la jiribilla obligada, ¿pero qué pasa con los grupos de teatro en La Laguna? Andan en la milonga.
¿Qué pasó con la Revolución de 1910? Al rato y la borran los panistas de los libros de historia. Podrán quitar también el teatro surgido del poderoso movimiento social que conocemos como Revolución Mexicana; porque ?el teatro expresó las dimensiones que oponían a la ciudadanía y examinó los problemas que originaron el movimiento y juzgó a los héroes famosos y anónimos que en él intervinieron, hace la crítica de la situación del siglo pasado enfocándola sobre los aspectos más negativos, de acuerdo con el papel de denunciante que corresponde al escritor en general y en especial al dramaturgo -conciencia viva del instante histórico?.
Wilberto Cantón seleccionó las obras que dan crédito a lo antes expuesto: Luisa Josefina Hernández: La Paz Ficticia. Víctor Valencia: El Telar Rojo. Rodolfo Usigli: Los Fugitivos. B. Traven: La Rebelión de los Colgados. Carlos Prieto: A Medio Camino. Ricardo Flores Magón: Tierra y Libertad. Wilberto Cantón: Nosotros Somos Dios. Luis Octavio Madero: Los Alzados. Rodolfo Usigli: Las Madres y El Gesticulador. Mauricio Magdaleno: Emiliano Zapata. Elena Garro: Felipe Ángeles. Juan Tovar: Muera Villa o La Madrugada. Alejandro Galindo:... Y la Mujer Hizo al Hombre. Vicente Leñero: El Juicio. Jorge Ibargüengoitia: El Atentado. Emilio Carballido: Un Pequeño Día de Ira... entre otras.
El grupo estable del Teatro Isauro Martínez que dirigió Rogelio Luévano de 1982 a 1992, se propuso montar teatro de la Revolución Mexicana alternado con obras de la dramaturgia internacional: El Atentado; El Gesticulador (pieza para demagogos) y La Madrugada; montó también un antecedente; Hoy Invita la Güera. Se les quedó en ensayo: Y la Mujer Hizo al Hombre. Otras obras más que reflejaban la vida cotidiana como El Medio Pelo, Te Juro Juana que Tengo Ganas...
La Madrugada se montó exclusivamente para el escenario trashumante del Teatrailer, recorrió colonias y ejidos, se presentó en La Macroplaza de Monterrey, N.L.
El recuerdo... Sí, eso nos queda; pero señores teatreros al menos ésta es parte de nuestra historia teatral inmediata en La Laguna. Otros directores han abordado temas de contenido social actualizado, como Jorge Méndez, mas creo que le falta apoyo económico para proyectos más ambiciosos. Señores del teatro, si les faltan apoyos institucionales mándenlos al diablo, la historia los juzgará como eso: los que pensaron que sabían administrar teatros.