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Tras el telón

Teatro griego en escena

El jueves 13 fuimos invitados a la presentación de la puesta en escena Medea, de Eurípides, bajo la dirección de Alejandro Alvarado, en los bajos del café Tumbao, convertido en espacio teatral, como suele suceder con el teatro independiente que lo mismo se monta en la calle, en una casa, en un corral o en cualquier lugar que sirva para el objetivo: hacer teatro y crear público.

En este caso no se trató de un snobismo pequeño burgués. No es el estilo de un Jorge Alcorcha, defensor incansable del teatro popular, reconocidísimo a bordo del teatrailer, en las colonias y ejidos, en las escuelas y en los mejores escenarios; influencia que ha prendido en los demás actores del reparto, pues lo mismo podemos decir de Antonio Calderón. Lo vimos en El Velorio, montada a campo raso en el ejido El Coyote. Alejandro Alvarado, se inició en los años ochentas con teatro popular, después formaron el grupo de teatro Compañeros, estuvo en el Centro Cultural José R. Mijares, como actor y director teatral; en los buenos tiempos de Salomón Atiyeh.

Karina Carrasco, que interpreta a Medea, es otro caso, una actriz constante. Ana Carmen Macías, en el papel de la Nodriza, se suma a este elenco con una atinada actuación, salvo la voz, le falta proyectarla, colocarla, darle el color de la tragedia griega y como ella abre con una primera escena muy pesada, debe afinarla mejor.

César Atiyeh, en el papel de Jasón, es otro actor que mantiene firme su trayectoria desde sus tiempos de estudiante en la Universidad Iberoamericana.

Era menester describir, aunque brevemente, de quién se trata, quién incursiona en el teatro griego de Eurípides, aquí en Torreón, laguna seca de buenos espectadores y apoyos oficiales.

A la entrada nos dieron un pequeño programa de mano, con glosario y toda la cosa. Reza en una de sus caras ?A temores propensa es la mujer siempre, no quiere luchas, se espanta del acero. Pero no le toquen el lecho conyugal; no hay entonces un alma más sedienta de sangre?. El feminismo llama la atención.

Nos adentramos al lugar y nos recibe una escenografía diseñada por Enrique Longoria, sobria, creativa, económica: mantos blancos, todo es blanco; lazos, alambres, hasta lo independiente es blanco y realizada por Miguel Valenzuela, sí, el activista político, pero ahora en una de sus facetas culturales.

Después de la tercera llamada, en un atinado juego de luces y sombras y una música creada en exclusiva por Rony, aparece la Grecia de Eurípides, claro, con ayuda de la imaginación del espectador, avivada y atizada por todo el elenco.

Jorge Alcorcha, en el papel del Rey Creón, se roba la noche con una escena que cuelga en los tiempos, hay que verlo.

Antonio Calderón, interpretando al Ayo de los hijos de Medea, huyendo veloz del melodrama, logra al fin colocarse en el género de la tragedia, le costó.

Jasón (César Atiyeh) adquiere con suma facilidad el perfil del héroe del vellocinio de oro, tiene presencia escénica y la curia del actor, me mantuvo pendiente, dudosa de si no se le caía el papel, ya que una caída de ésas, hace añicos una carrera. Lo mantuvo.

Hubo un momento, donde Medea, con cuchillo en mano, parecía Carrie, la de aquella película de terror.

Entre los espectadores estaban Ramón Shade, director de la Camerata de Coahuila y Natalia Riazanova, quienes me manifestaron que les gustó la puesta en escena y recordaron algunas óperas de Medea. El lugar resulta incómodo, técnicamente hablando, pues luego los de atrás no vemos algunas escenas. Quizá en el escenario del Teatro Isauro Martínez o del Teatro Alfonso Garibay luciría mejor en su presentación.

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