El teatrista imaginario
En una ocasión, un teatrista me contó, que un padre de familia le pidió que le recomendara alguna institución local en la que se impartieran cursos de actuación teatral, ya que su hija de dieciséis años estaba entusiasmada en aprender dicha disciplina, y no sabía qué hacer, a modo de broma le contestó: Quiérala más, póngale más atención y se le pasará. ¿Por qué esta respuesta?
En aquel tiempo una amiga actriz, y yo, habíamos hecho una observación, en la cual tratábamos de entender qué era lo que mantenía haciendo teatro a la mayoría de los actores y actrices de Torreón, ya que evidentemente no era por dinero, dado las circunstancias culturales de nuestra región; (exceptuando el teatro comercial infantil) las variantes en las cuales podrían estar según nuestro criterio eran:
1)Por la necesidad y la preocupación de decir algo al público a través de las historias que se encogían para representar, por supuesto los que se encontraran en dicha categoría se mantenían en constante preparación, desde ejercitar su cuerpo, hasta la lectura incesante de obras de teatro y el constante análisis de los acontecimientos político-sociales y culturales del mundo y de nuestro país.
2) Por la simple necesidad de mostrarse o lucirse frente a un público, por sentirse que no son escuchados en su círculo familiar y social, de ahí la broma anterior. Para estar en esta categoría basta como única preparación, verse más o menos naturales a la hora de actuar.
3) Por necesidad de estar con alguien, ya que dentro del grupo de teatro habían encontrado un grupo de amigos.
No fue necesario hacer entrevistas para darnos cuenta de toda esta situación, ya que dentro del medio teatral todos los actores suelen convivir a menudo y en esas convivencias todos hablan de ellos y de los otros.
De la vieja guardia actoral, es decir de lo que fue el grupo estable del Teatro Isauro Martínez sólo dos o tres siguen haciendo teatro, a ellos los pongo entre paréntesis porque vivieron un momento en el cual se estaba comprometido a fondo con el quehacer teatral en Torreón. Bajo la dirección escénica de Rogelio Luévano y la dirección del teatro de una actriz comprometida con el arte teatral Sonia Salum, es decir esta generación estuvo dentro del primer punto, la mayoría actualmente inactiva quizás porque sus prioridades ya son otras. (Ojo, actualmente la situación del TIM ni remotamente es buena como antes).
A otros tantos actores que gravitaban entre el segundo y tercer punto, no les importaba lo que se fuera a montar, ellos sólo querían ser invitados por X director a participar en la puesta en escena y qué mejor si su comadre o cuate estaba dentro del elenco, claro, estos actores al ser criticados por su falta de compromiso y su desazón en el escenario, sacaban su currículum, como un salvavidas, alegando que ellos tuvieron una formación con X maestro, queriendo callar la boca de quienes se atreven a señalar su mal trabajo en escena, peor para ellos, ya que deberían tener mayor exigencia. Todavía podría ser comprensible en los que manifestaban sin ninguna bronca que lo hacían por mera necesidad de mostrarse o por andar con los cuates, aunque sus retardos y faltas a los ensayos provocan nerviosismo y mal humor en el resto de sus compañeros, pero generalmente se les toleraba por falta de actores y actrices.
Lo peor eran y siguen siendo algunos que se consideran del primer punto y se defienden declamando discursillos domingueros bastante desgastados, argumentando que ellos hacen un teatro no comercial, que ellos experimentan en carne propia “la transformación de la realidad en poesía-consumación del hecho teatral” cuestionando eternamente a manera del Tío Sam. ¿Qué le has dado tú al teatro?
Como dije antes en el medio teatral todo se sabe, y sabemos que miembros de este tipo de grupos, han sido bastante groseros con actores invitados en sus propuestas, constantemente hacen bromas pesadas, los tratan de desconcentrar cuando están en escena, bajan el contacto eléctrico de las presentaciones de otros grupos y se ponen a ingerir alcohol detrás del teatro, mientras esta otra obra en escena, protegidos por quienes trabajan ahí, haciendo escándalo a propósito para sabotear otras obras en turno, este tipo de envidias y mal intenciones no pueden ser de un grupo que presume ser profesional del teatro, por muchos cursos y diplomados que hayan tomado. Claro para demostrar que saben, sólo les queda el discurso, el cual utilizan a quema ropa cada vez que pueden para defender una imagen que de ninguna manera está comprometida con el quehacer teatral.
¿Qué el teatro no te debería dar conocimiento de ti mismo y comprensión de las diferentes condiciones humanas, para que de este modo puedas interpretar las diferencias existenciales que influyen en nuestra sociedad? El teatro ante todo es comunicación y en la medida de lo posible se debe anteponer a las frustraciones emocionales que empañan nuestras relaciones. Por supuesto esto no se ha entendido así, por carecer de una verdadera formación actoral en La Laguna.
A los “creadores” que juegan con una serie de sinónimos al hablar, que impostan la voz intentando imitar a un intelectual, pónganse a trabajar, esta falsa imagen no los hace mejores que los demás, al contrario, la gente a la larga se da cuenta y cuando caigan será para siempre, además es el peor de los vicios que pueden formar en los jóvenes a su cargo, para muestra basta ver algunos montajes en donde los alumnos en escena engordan la voz y se van a la forma, es decir frivolizan, como si estuvieran actuando ante un espejo para verse a sí mismos bonitos. Se podrá decir que están en proceso de formación y que se les irá quitando esos vicios, pero si conoces al director o maestro del grupo y te das cuenta que la forma de ser de él es así, y todos intentan ser como el maestro, te vas de espalda como “el condorito”. Pero lo peor es que los alumnos empiezan a creerse estrellas, ¡claro! Porque su director se los dice, ya que le conviene tener control sobre su grupo a través de la más desgastada forma de manipuleo; decirles lo que quieren oír. “¡No ponga atención a los que los critiquen!, ya que es pura envidia, no participen con otros grupos porque se envician”, es parte de sus recomendaciones, para poseer el control sobre ellos. ¿Qué es esto?, tal vez sea por la ingenuidad de los pupilos y la madurez los irá despertando, (espero en Dios que sí), pero por lo pronto ¿es ésta la educación teatral que usted padre, madre de familia quiere para su hija(o)?
Si usted busca un buen taller o grupo de teatro, no confíe en los directores pedantes ni rolleros, que engolan la voz y dicen una serie de estupideces con aire de intelectuales, sólo se aprovecharán de su falta de información teatral para apantallarlo y para que ellos indebidamente fortalezcan su ego. Lo mejor sería buscar la sencillez y la sinceridad de los maestros o directores, que son más realistas en lo que pueden ofrecer.
Por otro lado, la mayoría de los directores administrativos de las instituciones culturales desconocen sobre las disciplinas artísticas y son las principales víctimas de “los maestros y directores pose”, debido a que su propia ignorancia egolátrica, les impide reconocer que no saben lo que ofrecen, son víctimas y victimarios de su propia ingenuidad...
Pero ésta, es otra historia...