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MADRID, ESP.- Los dos hijos de la infanta Elena y los tres herederos de la infanta Cristina fueron los invitados más solicitados de la boda de Felipe y Letizia de Asturias.
Ya en los días previos al enlace y durante los ensayos que llevaron a cabo con su abuela, la reina Sofía, escalaron cornisas, treparon vallas e intentaron arrancar el plástico que cubría la alfombra roja, por la que estaba previsto que entraran los invitados.
Sin embargo, hoy superaron todas las expectativas y cometieron más travesuras de las esperadas, hasta el punto de que a mitad de la ceremonia nupcial dos de sus damas de compañía se vieron obligadas a sacarlos de la catedral, pese a sus protestas.
Luego de acompañar a la novia hasta el altar mayor portando una guirnalda de flores, los cinco nietos de los reyes de España y las dos damas de honor se sentaron en el suelo sobre unos cojines que les habían colocado detrás de la familia real. Pero no permanecieron quietos ni cinco minutos.
Felipe Juan Froilán, el hijo mayor de la infanta Elena y Jaime de Marichalar, en cuanto comenzó la ceremonia se levantó del cojín y le dio una patada a su prima ante el asombro de los reyes y las carcajadas de los invitados que estaban más próximos.
Pero ahí no acabó la cosa. Al sentarse en su lugar y con una amplia sonrisa, instó a su hermana Victoria Federica a que hiciera lo mismo, para disgusto de sus padres y sus tíos.
Su hermana, sin embargo, debió pensar que aquello era muy aburrido y en cuanto sonaron los primeros compases de la música se acercó bailando hasta donde estaba su padre, a quien pidió que le acompañara en la danza.
Los tres hijos de la infanta Cristina le siguieron, divertidos, entre gritos y carcajadas.
Llegó un momento en que fue tal la algarabía montada por los pajes, -que ni damas de compañía ni miembros del protocolo eran capaces de parar-, que las infantas dieron orden de que los sacaran a todos, pero como llovía a cántaros, lo único que pudieron hacer fue alejarlos del altar mayor para que por lo menos sus gritos y sus risas no llegaran a oídos de los novios y de los oficiantes.
