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¿Tugurios de malandrines?

Gilberto Serna

En los partidos políticos sigue el canibalismo a todo lo que da, en un esfuerzo por posicionar aspiraciones que pueden ser legítimas pero que no irán a ningún lado en ese afán de morderse los propios talones. No entiendo por qué los políticos son capaces de hacerse daño a sí mismos tratando de cortarle las patas a la silla en que están sentados. Hay algo más que masoquismo en quienes tratan de proteger sus intereses arrojándole piedras al tejado de la casa que les sirve de cobijo a sus ambiciones. Por más que me esfuerzo no me lo explico. Me refiero al golpeteo público que traen los priistas contra Roberto Madrazo Pintado, panistas contra Diego Fernández de Cevallos y perredistas contra Andrés Manuel López Obrador. En este últimos caso perredistas, ¿Cuauhtémoc?, que se esconden detrás de los esfuerzos que hace el Gobierno por encerrarlo en una mazmorra

Antaño había algo de sensatez en nuestros políticos. No mucha, pero por poco que fuera, algo era algo. Lo que ahora no se dan cuenta es que en vez de pedir dimisiones deberían sumarse al esfuerzo que están haciendo sus partidos para volver a ocupar el lugar que por derecho le corresponde si pueden conseguir que los electores vuelvan a confiar en los hombres surgidos de sus filas. Las disensiones internas son válidas siempre y cuando vayan acompañadas de un mínimo de lógica y de coherencia. El pedir que alguien salga a la calle a debatir sus aspiraciones, quien ha venido desempeñándose como dirigente nacional, a más de un año de distancia de que se celebren asambleas para decidir quien será su abanderado, con el pretexto de que tendría ventaja sobre los demás, es un argumento que no resiste un análisis serio. Tampoco lo es el de que se aproveche un medio electrónico para destruir a quien desea presidir los trabajos de la cámara de senadores, ni tampoco que se utilicen argumentos de picapleitos para volver un asunto administrativo de poca monta en criminal.

La verdad es que la ventaja la obtendrá el que logre aglutinar voluntades a favor de uno u otro de los partidos reconocidos. Todos los que han sido mencionados cuentan con las mismas posibilidades y han recibido igual cobertura por los medios. Un pleito escandaloso en que los políticos salgan a ocupar las planas de los periódicos dirimiendo sus rivalidades no le hace nada bien a nadie. Hay, en cualquier partido a nivel nacional, estatutos y reglamentos, que de seguro establecen comisiones encargadas de tramitar las demandas de sus miembros dándoles el seguimiento que merecen, decidiendo su procedencia atendiendo a las pruebas y argumentos vertidos por los demandantes. Son los pasos a seguir, sin necesidad de llegar al alboroto que empobrece las contiendas electorales lastimando a la sociedad de la que formamos parte los mexicanos.

Lo otro, consistente en darle notoriedad a un asunto en los periódicos, me suena a que queriendo denostar al contrario no hay una intención real de caminar todo un procedimiento judicial, bastándoles con ensuciar una reputación. No es valida la descalificación carente de ideas que nada aporta a un proceso electoral. Se requieren partidos políticos en los que se manejen programas de buen Gobierno, se discuta la problemática del país y se propongan soluciones viables. En fin, los precandidatos que aspiran a la silla de Los Pinos andan que no los calienta el sol, lo que no les da el derecho de escenificar una lucha campal de todos contra todos, cual si los partidos fueran unos tugurios de malandrines y no el almácigo de futuras autoridades.

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