En nuestro país existen tal cantidad de áreas o aspectos que se deben revisar y mejorar; que en muchas ocasiones damos las cosas por sentadas y nos olvidamos de ellas. Hoy me parece menester hablar de la infancia, pero de aquélla a la cual se le ha negado su libertad y ante todo la inocencia –quizá algo que hecho a un lado no regrese jamás- cuando son víctimas de prostitución y abusos sexuales aberrantes gracias a un sistema disfuncional que no protege de manera idónea al menor frente a un problema cuyos índices son, verdaderamente alarmantes.
Dediquémonos pues al turismo sexual. Dicho término fue acuñado en el año de 1980 por diferentes ONG´s (Organizaciones No Gubernamentales) para denunciar un tipo muy característico de turismo que nace –aparentemente- en el sudeste asiático y que promocionaba valores como el hedonismo. Este negocio es sumamente lucrativo dado que están involucradas millones de personas, incluso las autoridades también reciben beneficios económicos. Los niños que se dedican (o son forzados) a involucrarse en dichos actos denigrantes para la verdadera esencia del hombre no son protegidos, carecen de higiene, en muchos casos padecen enfermedades sexuales y embarazos no deseados. Varios expertos opinan que salir del círculo vicioso en el cual están inmersos es sumamente difícil y conflictivo si no se cuenta con la educación o guía adecuada para hacerlo. Recordemos que en muchos de los casos al menor se le ofrecen drogas y en un período muy corto éste se vuelve adicto, lo que dificulta o hasta imposibilita su regreso a una sociedad fría que prefiere mirar hacia otra dirección en lugar de tenderles la mano a un puñado de criaturas olvidadas.
¿Pero en dónde ocurre el fenómeno dentro del territorio nacional? En primer lugar, las ciudades fronterizas, en segundo los puertos, playas y lugares de turismo y en tercer lugar las grandes ciudades; sin embargo esta problemática no es exclusiva de los lugares referidos y el fenómeno se extiende a casi todas las ciudades del país. En la agenda nacional los abusos infantiles y la prostitución infantil han irrumpido de manera dolorosa y en mi opinión no hemos sabido actuar de manera funcional frente al problema. ¿Será acaso una guerra perdida equiparable al narcotráfico? Todo conflicto tiene raíces profundas, un trasfondo por el cual suceden las cosas: hambre, miseria extrema, desintegración del núcleo familiar y violencia son fenómenos catalizadores que han llevado la situación a niveles insospechados.
¿Cuáles son las características de un pedófilo? Bueno, pues suelen ser mayores que los violadores de mujeres adultas, es decir, tienen entre 30 y 45 años de edad. Acceden a buenos trabajos, se encuentran integrados en el entramado social y con frecuencia están casados. Tienen baja autoestima y a veces –conste que no en todos los casos- vivieron una niñez difícil donde hubo poco amor y las condiciones afectivas no necesariamente fueron las idóneas. Creo que en la totalidad de los casos, dichos sujetos –por no agregar otros calificativos que puedan ofender- necesitan de atención médica (psiquiátrica) urgente, además de fuertes correctivos como la cárcel o instituciones dedicadas a este tipo de ratas infames.
Se habla de que por lo menos 80 mil niños mexicanos son víctimas, sin embargo no existen estadísticas precisas de esta explotación. Sólo en Acapulco se calcula que existen más de 20 mil menores explotados sexualmente, mientras el resto se distribuyen en Cancún, Guadalajara, Tijuana, Monterrey y el Distrito Federal. No existen datos reales para conocer si este tipo de delito ha crecido o disminuido en el país y ninguna institución ha hecho un censo, porque se trata de un fenómeno clandestino. Ahora más que nunca es necesaria la correcta aplicación de la Ley y ante todo, que la sociedad civil se involucre en una puntual revisión de todo aquello que como dicen nuestros hermanos españoles: “no marcha”.
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