Managua, (EFE).- Cientos de turistas nicaragüenses y extranjeros presencian la eclosión de cientos de miles de tortugas verdes en los refugios silvestres de las playas del Pacífico sur de Nicaragua.
En declaraciones del diario "La Prensa", el director del refugio de vida silvestre de "La Flor", Alvaro Alemán, dijo que en noviembre de 2003 unas 12.400 tortugas verdes adultas, llamadas popularmente en Nicaragua "paslama", desovaron en ese centro situado a 150 kilómetros al sur de Managua.
Otros refugios de vida silvestre, donde efectivos del Ejército le dan protección a los quelonios, son los de El Ostional, La Tortuga, Escamequita, Las Parcelas, Collado, Monte Cristo, Las Brisas y El Carrizal, aledañas a La Flor.
Alemán señaló al diario que los huevos de unas 120.000 tortugas eclosionaron y en desenfrenada carrera los animalitos tratan de llegar a las aguas del Pacífico, especialmente de noche, cuando son menos los depredadores en las playas.
Una parte de los quelonios recién nacidos, con un tamaño de apenas unos dos centímetros, son guardados en una estación biológica de "La Flor", con el fin de protegerlas y liberarlas después en el mar tras unas horas, para alejarlas de los depredadores.
Alemán indicó que el cuidado de estos animales "es prácticamente en vano", porque de los cientos de miles de quelonios que nacen cada año y logran llegar al mar, sólo el 1 por ciento tiene posibilidad de llegar a la edad adulta y volver a desovar dentro de 15 años.
Las tortugas tienen que sobrevivir a ataques de gaviotas y zopilotes en la playa, después a los depredadores marinos, además de pasar los primeros ocho días de su vida sin ingerir comida, dijo.
El funcionario indicó que "nunca" se ha conocido que el grupo de turistas que presencian la eclosión anual de esos quelonios los han robado, no así de los campesinos de la zona, que argumentan su extrema pobreza para hacerse de ellas.
La protección de los quelonios comienza con el desove anual, de una especie en peligro de desaparición, y la "Fundación Cocibolca" -encargada de su protección- convino con los campesinos la entrega de 10 docenas de huevos de tortugas al año, para su subsistencia.
Declaró que "el robo (de los huevos tortugas) ha sido histórico, la única solución sería (que esos campesinos) tengan otra fuente de empleo, algunos los piden porque no aguantan la pobreza, pero otros con descaro dicen que los roban porque es un trabajo fácil".
"Algunas personas entran al refugio aún sabiendo que es prohibido y llenan sacos con huevos que luego venden en 500 córdobas (unos 32 dólares), según la temporada, pero también roban las tortugas adultas que desovan", agregó.
La fuente no precisó la cantidad de huevos de tortuga que se venden por 32 dólares.
Explicó que el "Diagnóstico del comercio de las tortugas marinas y sus derivados en Centroamérica", realizado en 2002, sostiene que en los mercados del istmo se venden aretes, anillos, pulseras, prensa-pelo, collares y gargantillas de la caparazón de la tortuga.
Además, existe una tienda en el sur de Nicaragua especializada en la venta de crema de tortuga para manos y cuerpo, a un dólar la unidad, y sus principales compradores son turistas nacionales.
