Tailandia, (Reuters).-Un puñado de turistas temerarios llegó en aviones casi vacíos al balneario tailandés de Phuket ante el asombro de cientos de sobrevivientes que quieren huir del desastre ocasionado por el arrasador maremoto.
"Nuestros amigos piensan que estamos locos", dijo Paul Cunliffe, ingeniero de la ciudad británica de Manchester, mientras bebía una ginebra con agua tónica durante un corto y solitario viaje en avión desde la capital de Malasia.
"El único riesgo que enfrentamos es si hay otro sismo", dijo, y agregó que él y sus dos acompañantes habían reservado en un hotel a la orilla de la playa que escapó de los daños más graves.
El personal del hotel les había asegurado que tendrían unas "vacaciones maravillosas".
"Nos gusta tanto el lugar que decidimos que correríamos el riesgo", afirmó.
Cientos de vacacionistas estresados, exhaustos y desconsolados están saliendo de Phuket, tres días después del terremoto submarino más devastador en 40 años, que ocasionó olas gigantes que mataron a casi 80 mil personas en las costas del Océano Índico.
En las playas del sur de Tailandia han muerto más de mil 600 personas y los cuerpos se descomponen donde antes los turistas tomaban el sol. En Khao Lak, al norte de Phuket, casi cada gran hotel ha resultado gravemente dañado.
Pero los turistas aún siguen llegando.
"Los rusos no cancelan", observó secamente el taxista Apichart de Phuket, recordando cómo había transportado a cuatro de ellos a sus hoteles a la orilla de la playa.
"Tienen tantos problemas en los lugares de donde vienen, que no les preocupan los tsunamis".
En la sección de fumadores de la sala de salidas del pequeño aeropuerto de Phuket, los ceniceros estaban repletos de colillas mientras los exhaustos turistas, muchos de ellos con una horripilante historia que contar, esperaban en medio de una nube de humo el próximo vuelo.
En la sección de llegadas, los carritos estaban llenos de camillas color naranja, paquetes de la Cruz Roja procedentes de Finlandia, mantas y rollos de lino blanco.
Pero en un rincón surrealista de la industria del turismo las cosas seguían como de costumbre. Poco antes de aterrizar en Phuket, el piloto del avión de Thai Airways donde volaba Cunliffe le dijo a los menos de 30 pasajeros: "En Phuket, el tiempo está nublado pero por lo demás bien".
