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Un chaleco blindado

Gilberto Serna

Usted puede o no simpatizar con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Es, después de todo, un hombre con defectos y virtudes. Lo que me enerva es que estemos todo el tiempo hablando de democracia como la fórmula mágica para conseguir la tranquilidad social y el progreso nacional, pero reconocemos su presencia sólo cuando favorece a nuestros intereses partidarios. No me queda duda de que no habrá paz en ese país hasta que gobierne un político aceptado por los grandes intereses transnacionales. La necesidad de los contrarios al régimen de Chávez, de darle un viso de legalidad a su antagonismo, es lo que provocó que en principio se reconociera que obtuvo la Presidencia en elecciones justas, para a continuación sujetarlo a un referéndum en que ha vuelto a obtener el voto de la generalidad de los electores en ese país. Pese a todo, se hará una auditoría al último de los resultados que deja manifiesta la inverecundia de sus detractores.

Lo que sucederá a continuación irá dirigido a no dejarlo gobernar. Las algaradas estarán a la orden del día. La violencia imperará por encima de la concordia. Es un destino que no se le desearía a ningún pueblo del orbe. Los opositores, léase los EU, no estarán conformes nunca con resultados que sean adversos a sus pretensiones pues se sienten dueños de los países de habla hispana en el continente. Una vez y otra vez se podría seguir consultando a los venezolanos y los enemigos nunca estarán contentos. Además se pretende que no cunda su desparpajado ejemplo de populismo trasnochado. De aquí a que termine su mandato constitucional en el año de 2006 lo mantendrán ocupado esquivando golpes, en un susidio constante.

Lo más grave para los críticos del resultado del referéndum es el aval que sin cortapisas otorgaron la Organización de Estados Americanos y el Centro Carter, quienes dieron su visto bueno como observadores del proceso. En un inicio, como que agarró desprevenidos a los vecinos del Norte, diciendo que Washington no estaba preparado para aceptar el veredicto de los escudriñadores que asistieron al evento. Luego, corrigiendo su apreciación de la víspera, un portavoz del Departamento de Estado, Adam Ereli, reconoció en rueda de prensa que Hugo Chávez sí recibió el apoyo mayoritario de sus compatriotas, habiéndose desarrollado el proceso con libertad, justicia y transparencia. Algo traman estos bergantes.

En fin, por nada del mundo me gustaría estar en los zapatos de este lenguaraz gobernante. No debe temer de quienes no aceptan que haya ganado a la buena, los peligrosos son los que se guardan sus verdaderos pensamientos, pues bien dice la locución latina Timeo Danaos et dona ferentes, palabras de Virgilio (70-19 a. de J. C.), puestas en su obra La Eneida, en boca del sumo sacerdote Lacoonte, que expresa la idea de que debemos desconfiar de un enemigo por generoso que nos parezca. La CIA, central de inteligencia americana, encargada de los trabajos sucios en el exterior de la Unión Americana, debe estar meditando que si no resultó propicia la Ley para derrocarlo, ya se buscará otra salida, pues el Mandatario venezolano por vociferante y yanquifóbico los enferma, tanto como los exquisitos dulces, de doña Goyita la de Parras, dañan el páncreas de un diabético glotón. Por lo pronto se recomienda a Hugo Chávez cuidar sus alimentos, no viajar en avión, evitar salir a carretera, cerrar ventanas y correr a comprarse un chaleco blindado.

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