Van ya varios años en los que se debate acerca de la posibilidad de construir un estacionamiento subterráneo en la Plaza de Armas de Torreón, pero hasta ahora nada ha sucedido. Presidentes municipales van y vienen y la polémica continúa. Lo cierto, es que existe una necesidad de dotar al centro de la ciudad con este servicio si se pretende dar vida al deteriorado primer cuadro de Torreón.
Paulatinamente, los laguneros hemos sido testigos de la estrepitosa caída en su aspecto del otrora punto de reunión por excelencia, así como un lugar acertado para los cafés, despachos y hasta peluquerías que causaron época en nuestra ciudad. Exceptuando las avenidas Juárez e Hidalgo, es impresionante ver el número de lotes e inmuebles abandonados que existen y que dañan y dan un aspecto de ciudad fea y descuidada.
Ahora, con la decisión de la presente administración del alcalde Anaya de trasladar varias de sus dependencias al recién adquirido edificio que fue el Banco de México y al esfuerzo del patronato conformado para la construcción del Teatro de la Ciudad en lo que fue el cine Nazas, aparece en el horizonte la esperanza de que ahora sí, esta zona reciba el apoyo y atención debida que se merece, lo que ocasionará una derrama económica interesante, entre ellas la posibilidad de ofrecer el estacionamiento.
Aquí es donde se centra el problema, la posibilidad de que alguien quiera construir un estacionamiento en la Plaza de Armas, obliga a que las autoridades correspondientes otorguen una concesión, lo que significa que el Estado ceda a un particular la posibilidad de otorgar un servicio que en teoría debiera prestarse desde la función pública -la basura que recoge PASA y el servicio público de transporte, son los ejemplos más claros-.
Es entonces cuando surgen las voces en pro y en contra, muchas de ellas o tienen el interés político simple y burdo de perjudicar al rival que detenta la posibilidad de decidir, o podrían verse afectados en su propia conveniencia económica, donde siempre encuentran al pseudolíder que les organice las controversias en las calles, a cambio de “mordiditas”. Siempre están también aquellos que piensan que por inspiración divina, se convierten en algo así como garantes del desarrollo. En fin, ya entrados en estos andares aparecen de todo. Lo peor, es cuando hacen caso ¿recuerdan aquel paso a desnivel que iban a realizar en Independencia y Colón, que con obra iniciada en el entonces gobernador Mendoza reculó por no molestar “al interés público”?
Lo importante será que todos los involucrados en este asunto, de una vez por todas, pongan en una de las principales prioridades, la necesidad de solucionar el problema de estacionamiento y sobre todo, que el Alcalde de Torreón continúe en la tendencia de sostener las decisiones convenientes en el desarrollo de su comunidad, como el caso del bulevar Independencia, que, no obstante cuyo proyecto existía tiempo atrás, la falta de decisión para enfrentar a los opositores de cualquier obra, demoraron una obra que coadyuva al progreso de Torreón, o la aplicación de los taxímetros, en donde la mano firme resultó en mejoras y equilibrio entre los usuarios de taxis.
Podrá ser el estacionamiento subterráneo, quizá también uno elevado puede ser alternativa, pero lo importante será mover este asunto que ya tiene rato estacionado.