Las dificultades legales y económicas en que se encuentra inmerso el equipo de futbol profesional de la Región Lagunera han generado múltiples manifestaciones de los aficionados al deporte de las patadas y de otros más, que sin ser fanáticos sienten la necesidad de protestar, defender algo que consideran suyo.
Ése es el espíritu lagunero, que aunque adormecido en los últimos tiempos, de pronto resurge para manifestarse con fuerza, especialmente cuando aparecen los problemas sociales que nos unen para hacerles un frente común.
No por nada existe el permanente temor entre los líderes políticos de los estados federales de Coahuila y Durango, de que en algún momento se reavive la ya añeja aspiración independentista de los habitantes de la Región Lagunera; ellos saben del poder que poseen las sociedades cuando aparece un líder que les inspira, encabeza y les genera la confianza suficiente para apoyarlo y seguirlo; es una fuerza prácticamente imparable, que produce mayor impacto si el opositor está en deuda con ella (creo que es el caso).
El día que aparezca ese líder entre nosotros, sin duda daremos mucho de qué hablar entre los connacionales y quién sabe, tal vez hasta cambien, para bien, nuestras circunstancias actuales.
Este temperamento “guerrero” nos viene por herencia social y genética de los grupos que primero colonizaron el semidesierto de México; de los extranjeros que tuvieron una fuerte voluntad para enfrentarlo y de los mexicanos deseosos de cambiar su situación económica, buscando consolidar un patrimonio para sus descendientes; igual los primeros pobladores que, con la influencia de las condiciones extremas de Aridoamérica, templaron el espíritu, dejándonos afirmar enfáticos: “Vencimos al desierto”. ¡Y vaya que lo hicieron!
Sin duda que el futbol nos ha aglutinado en torno a un objetivo común (sentimientos de victoria y éxito), que incluso rebasa nuestras fronteras y suma a habitantes de otras regiones del norte de México, de los estados de Chihuahua y Zacatecas, incluidos los del norte de Coahuila. ¿Ha podido constatar usted la pasión de seguidores del Santos Laguna de ciudades como Zacatecas, Delicias o Monclova? Es interesante que en la capital del estado de Coahuila prefieran ser fanáticos de equipos de Nuevo León.
Lo cierto es que los Guerreros Laguneros, de quienes han tomado una imagen infantil y alegre como mascota del equipo de futbol, fueron indómitos que sólo cayeron ante la abusiva y abrumadora fuerza de los conquistadores y colonos, que convencieron a sus enemigos que era imposible someterlos, mucho menos esclavizarlos. Recordemos la historia:
Nuestros primeros pobladores no conocían a un Dios como el cristiano, aunque sí llegaban a adorar a algunas estrellas y pensaban que existía una vida posterior a la terrena; se consideraban inmortales en espíritu y vivían confiados en sus propias capacidades.
Era tal su valor y dignidad que los colonizadores debieron exterminarlos ante la imposibilidad de culturizarlos y evangelizarlos. Narra Cecilia Sheridan en su libro “El yugo suave del Evangelio” que los misioneros trataban de convertirlos al cristianismo explicando el Evangelio ayudados por traductores.
Les hablaban del Dios amoroso y también les advertían de la posibilidad de ser arrastrados al infierno por demonios, provocándolos en su natural tendencia de batalladores constantes, más que despertarles el temor deseado, necesario para someterlos.
Ignoraban las creencias que tenían esos seres, que estaban fortalecidos por su victoria de sobrevivir en el semidesierto y también olvidaban considerar su valor y fortaleza innatos que les hacían pensar que tales amenazas eran, en realidad, posibilidades de trascender; los misioneros les decían: “Si enojas mucho a Dios quizá le dirá al demonio que te lleve pronto al infierno”. Los guerreros recibían las advertencias como el ofrecimiento de la vida eterna prometida, ya que estaban seguros de poder matar a esos “diablos”; también se burlaban de los evangelizadores y su averno abrasador, afirmando que “al menos así se calentarían del frío del desierto”.
Especial cuidado mantenían los misioneros y soldados de los indios Tobosos, guerreros entre guerreros, a los que no podían por ningún medio retener en las misiones y presidios; por el contrario, éstos aprovechaban cualquier oportunidad para atacarlos, liberar a sus mujeres, ancianos y niños retenidos para una Evangelización forzada y de paso hacerse de alimentos, ropas, armas y caballos.
Así, en 1715, una “nación” de indios del semidesierto quemaron las misiones de San Francisco y San Bernardo, en el norte del estado y lograron liberar por medio de la violencia a los suyos que estaban retenidos por la fuerza. Caso semejante sucedió en la ahora Ciudad de San Pedro, a la que atacaron, haciendo huir a sus moradores en busca de protección y auxilio a Viesca, Coahuila. Éstas fueron fuertes razones para que españoles y posteriores colonizadores se formaran el criterio del exterminio.
En el presente, el fenómeno social evidenciado con la manifestación de 30,000 personas deben dejar enseñanzas para todos; esas camisetas verdes con la leyenda “Un guerrero nunca muere”, no sólo fueron evidencias externas de un interés general por conservar una de las pocas diversiones de la región y un escape al malestar sentido.
Algo deberán hacer los administradores del equipo ante tal manifestación de unión y protesta. Las empresas involucradas en la hasta ahora controlada decepción ya se han dado cuenta de ello y han respondido retomando la responsabilidad adquirida con anterioridad (a medias); las autoridades civiles en el ejercicio del poder conferido por los laguneros, igual habrán de comprometerse, más allá de desfilar y exhibirse entre los aficionados dándose un “baño de popularidad”, que en las fotografías se vieron lucidores y sonrientes, aunque en las negociaciones insuficientes para atender el reclamo social; también todos aquellos que de una u otra forma se han beneficiado con la comercialización del citado equipo; los mismos jugadores que cobran sueldos estratosféricos, que deben continuar dando su mejor esfuerzo que les reditúa en pesos y centavos. Todos deben responder con compromiso manifiesto, aportando recursos a cambio de publicidad y beneficios, que ayudan a sus economías e imágenes personales, que... “Un guerrero nunca muere”.
Déjeme narrarle otra historia: Esos mismos “guerreros inmortales” juzgaron y sentenciaron a un grupo (nación) considerada desleal; así, en 1669, los Xixanes huían de los Cocoyones, Gavilanes y Tripas Blancas, yendo a refugiarse con los Misioneros Franciscanos, aceptando ser evangelizados a cambio de protección y asilo para salvar sus vidas, las que finalmente perdieron tan pronto sus perseguidores pudieron lograr sus propósitos de justicia y venganza; además de todo, se les había sumado a las acusaciones la de traición.
Estemos pendientes de conocer en qué termina el caso del equipo de futbol, que ojalá no represente otro despojo para los laguneros, como fueron anteriormente la venta de los equipos Laguna y Torreón. Recordemos con la última reseña histórica de nuestros guerreros que: “hay deudas morales que no se pueden dejar de pagar a las comunidades” y que a los laguneros ya nos deben varias. ¿verdad? Lo invito a mantenerse atentos, más ahora que han terminado los compromisos de “temporada”. ydarwich@ual.mx