Si como todo apunta la esposa del aún gobernador del Estado de Tlaxcala, con o sin PRD, llega en las boletas electorales, figurando como candidata al puesto que hoy ocupa su marido, los politólogos tendrán la oportunidad de asistir a un evento único en la historia contemporánea. Desde los tiempos en que las ferias pueblerinas presentaban el espectáculo de la mujer de dos cabezas no se había dado un timo que causara tamaña curiosidad. La entrega del bastón de mando del hombre a una fémina que duerme en su misma cama. El territorio es pequeñito, casi como un pañuelo femenino, el menos extenso de la República, por lo que es cosa común que los matrimonios yazgan apretujados, dando lugar a más chilpayates. Imagino la ceremonia de traspaso del poder. Al terminar se oye decir: siéntate ahora tú, la silla está un poco apolillada, tienes que mandarla arreglar de las patas traseras, no sea que te vayas a caer; suerte vieja, nos vemos dentro de un rato en la casa, como de ahora en adelante yo voy a cocinar, ¿qué se te antoja? Dígame si es cosa que se ve todos los días.
Así será si la ciudadanía avala el cambio. ¿Y por qué no va a hacerlo?, me pregunto. Esa entidad es, entre otras, de una pobreza ancestral en la que sus habitantes viven en el medioevo, sujetos al férreo control de caciques regionales. Los años pasan en la mayor parte del territorio nacional excepto en Tlaxcala donde parece que nada ha cambiado desde que llegó la riada de españoles al mando de Hernán Cortés. Los hombres tienen un solo pantalón, una camisa y su dieta está compuesta de tortillas, frijoles de la olla y chile molcajeteado por “gruesas matronas de enormes vientres y nalgas cuadradas”, (El Rey Viejo, de Fernando Benítez, página 39, Fondo de Cultura Económica, Edición 1985), con el chal terciado cargando un mocoso en las espaldas. Algunas familias crían aves domésticas para comérselas el día en que muere uno de los parientes, convidando a los vecinos para que no dejen de asistir al velorio. La muerte no los perturba, pues cualquiera que sea el destino que les depare, la parca será siempre mejor que las penurias que les procuró la vida. El mezcal les alegra los ánimos. Así ha sido por siempre, así será para siempre, dicen los ancianos a los que nada les es ajeno...
Las señoras casadas con mandatarios se frotan las manos. Es un experimento cívico que les puede abrir la puerta a muchas de ellas. En el PDR están disgustados por la tomada de pelo del Gobernador quien pidió permiso a los diputados locales para separarse del puesto sabiendo que no se lo concederían. Pidió autorización para salir de la entidad no para abandonar temporalmente el cargo. Los legisladores, que no se chupan el dedo, le rechazaron el pedimento. Al parecer la intención era dejar a todos sus incondicionales sin variar en lo más mínimo la línea de mando. Lo que da la falsa impresión –más adelante diré por qué es falsa- es que les está jugando el dedo en la boca a los consejeros del PRD. Hizo la finta de querer obtener un período de ausencia que le fue negada por los legisladores y el Gobernador, que había declarado someterse al mandato emitido por los legisladores locales, muy quitado de la pena continuó despachando al frente del Ejecutivo local, diciéndose: yo ya hice lo que me dijeron que hiciera, más, no puedo hacer.
El que encabeza el PRD, Leonel Godoy pidió una jofaina, aguamanil o palangana y meticulosamente se lavó las manos. Si hay un encaramamiento al poder, desde el poder, es cosa que ya no tiene qué ver con el PRD, se dijo, meditativo, mientras, al quitarse los lentes, se veía frente a un espejo con ojos que no ocultaban su acentuado estrabismo, no permitiéndole ver más allá de sus narices. Esto no es serio, aquí la ética sale sobrando, pensó y tenía razón, sin darse por enterado que lo delataba lo que le escurría por la entrepierna manchando sus pantalones. Un partido político que tenía en sus manos la solución, cierra los ojos creyendo que nadie se entera de que su actuación ha sido una patraña. Así es, dejó que en su momento el matrimonio decidiera, como le dio su reverenda gana, permitiendo que el comité ejecutivo estatal de ese partido político, manipulado o no, les favoreciera alzándose con la candidatura en elecciones internas, para después, con simulada gazmoñería, mostrarse estupefactos. No queda más que decir: a otro perro con ese hueso.