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Un mamut testigo de la historia

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MÉXICO, DF.- Sus nueve mil años de edad le han dado una gran cantidad de emociones y experiencias, especialmente en lo años recientes, desde que fue descubierto en una excavación en las afueras de Texcoco, cerca de la carretera a Puebla en 1926.

Es un gigante de más de cuatro metros de alto a quien don Aurelio del Río, su descubridor, le encontró un recinto alejado del anonimato, el barro y las rocas de donde fue liberado.

Durante más de 30 años (1926 a 1958), fue exhibido en el antiguo Museo de Historia Natural del Chopo. En un inicio fue admirado, pues se trató del primer espécimen completo y en perfectas condiciones hallado en el país. Pero el paso de los años y el descuido de sus custodios causaron mella en su estructura y fue enviado a un depósito en 1958.

Una vez más el destino lo llevó a vivir en la oscuridad. Separado en cajas fue llevado de un sitio a otro en diversas bodegas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), hasta que terminó literalmente arrumbado en uno de los túneles del estadio universitario de CU. Tal vez fue un golpe de suerte, pero como las Olimpiadas estaban a punto de llegar al país, se requirió dar un mantenimiento a las instalaciones olímpicas, entre ellas el estadio, donde fue redescubierto entre la gran cantidad de pertrechos y materiales que convivían con él en su guarida deportiva, como Julio Caballero, encargado del departamento de difusión del museo de Geología, narra.

Como sus restos todavía pertenecían al Museo del Chopo, fueron enviados a otro lugar bajo el resguardo de esa institución. En ese ir y venir el biólogo Angel Silva lo rescata en 1969, pero el pésimo estado de conservación en el que se encontraba y la pérdida de algunas de sus partes obligó a restaurarlo y reconstruirlo con piezas de doce individuos de su misma especie, recolectados en diferentes zonas de México.

El proceso efectivo de restauración duró más de dos años y el montaje lo realizó el propio Angel Silva con el apoyo de Miguel Flores y Luis Quintas, quedando expuesto al público en su actual casa, el Museo de Geología, desde el 28 de noviembre de 1973.

Ahora, lo primero que los visitantes observan al entrar a este edificio de estilo renacentista, es un bello esqueleto restaurado de la especie más grande de todos los mamuts que existieron, el Emperador. Para los románticos que gustan de observar todos los detalles será fácil creer que esta mole posee una sonrisa permanente, especialmente cuando los niños levantan la mirada e imaginan la época donde estos animales caminaron sobre las planicies de todo el país.

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