Otro de los grandes sueños del barón Pierre de Coubertin fue realizar los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna en la misma ciudad de Atenas y lo hizo realidad, pues los países que conformaban el comité acordaron por unanimidad arrancarlos en tierras griegas.
Así, el seis de abril de 1896, los Juegos Olímpicos de la era moderna se iniciaron dentro de un mar de incertidumbre y expectativas. Algunos dudaban de su éxito, otros decían que no durarían mucho tiempo, algunos más se mostraron indiferentes.
En ese nuevo despegue, solamente participaron 311 atletas representando a 23 naciones y como en varios países participantes no estaban aún bien organizados sus comités olímpicos, fueron los clubes e iniciativas particulares las que seleccionaron a los participantes.
De los países que compitieron, solamente Suecia, Bulgaria y Chile no ganaron una sola medalla. Grecia, que aportó con 223 atletas el mayor contingente, fue el que más preseas consiguió; le siguieron Estados Unidos y Alemania.
En esa ocasión solamente nueve deportes estuvieron presentes. Curiosamente las competencias de natación se celebraron en mar abierto. Eran los tiempos en que hacer deporte de competencia era desconocido, pues la práctica del mismo parecía destinado a los ricos y a las universidades.
Por ejemplo, Bob Garrett, estudiante de la Universidad de Princeton, se encontraba por esos días en viaje de estudios por Grecia y solicitó ser aceptado en los Juegos Olímpicos, ganando una medalla de oro en el lanzamiento de disco. Eran naturalmente otros tiempos.