En setenta años de vida, la Plaza de Toros Torreón ha tenido usos múltiples. En ella se han presentado todo tipo de espectáculos, con las más grandes figuras de cada uno de ellos. Dicen que ahí Manolete tuvo una tarde sin mucho lucimiento, aunque quienes lo vieron dicen que nunca olvidarán la majestad del inmortal diestro.
Toreros y toros que dejaron historias para siempre recordar. Figuras reconocidas, jóvenes que soñaban con la gloria, empresarios que quisieron en su época darle a los laguneros probadas del sabor tan especial que tiene la fiesta brava. Hazañas que por las noches vuelven a pasearse en brazos del viento que ronda por la colonia Moderna.
Pero el coso no fue sólo para mostrar la magnificencia del toreo sino que ha servido para muchas cosas más. Muchas veces ha sido escenario para las funciones de lucha libre y por ahí pasaron figuras como El Santo, Blue Demon, El Médico Asesino, Cavernario Galindo, El Rayo de Jalisco, Pokarito Ramírez y tantos más.
Espacio también para un circo de tres pistas, cuando el Ringling Brothers vino a La Laguna, y ahí estaban maravillando a la gente sus famosos trapecistas, sus domadores de leones, y el hombre bala que salía del redondel y aterrizaba lejos. Tony Aguilar con Flor Silvestre, sus hijos y sus caballos amaestrados.
Y escenario para las Caravanas Corona dirigidas por Vallejito, mientras que Pepe Hernández presentaba en su debut lo mismo a Javier Solís que a Lucha Villa, y donde Pedro Infante casi se queda sin prendas ante la avalancha de la gente que tanto lo quería y anhelaba tener un pedazo de su camisa o su sombrero.
Por las noches se pasean ahí tantos fantasmas que sin embargo no inquietan a quienes cuidan la Plaza, porque saben que el viento es sólo portador de ecos que quedaron de tantas tardes de gloria, de aplausos, de abucheos, de gritos pidiéndole al Santo le sacara los ojos a su rival. Ecos, sólo son ecos después de 70 años de vida.