Sentar precedentes es terrible. Porque se va abriendo un caminito pequeño que después se puede tornar en una supercarretera por donde puede transitar todo el que lo desea. El caso de Veracruz, al no presentarse a su partido contra Jaguares fue algo que se pensaba no ocurriría.
Había, incluso, apuestas, pensando que Rafael Herrerías no cumpliría su promesa de no presentar a su equipo en el Estadio ?Pirata? Fuente como protesta por los acuerdos que se tomaban un día en la Federación Mexicana de Futbol y al día siguiente los cambiaban.
Y Marco Antonio Rodríguez, silbante designado para ese encuentro, se presentó, esperó, pitó, levantó su acta y cobró sin siquiera despeinarse, algo que de por sí es difícil en él con su pelo engomado y que ha motivado se le ponga un singular apodo.
Todo espectáculo debe tener seriedad y garantías, para que el mismo no se convierta en pachanga, donde todo mundo puede hacer lo que le venga en gana, aunque también hay que exigirle a la Federación Mexicana de Futbol tome acuerdos serios, firmes e inalterables.
Por lo pronto, el futbol mexicano ha vuelto a exhibirse a los ojos del mundo. Y ayer, en reunión especial, los directivos del balompié se ponían a ver y analizar lo que ha ocurrido, pero han puesto nuevamente una venda en sus ojos en relación a su propia conducta.
Hoy, que están metiendo las manos los dueños de los equipos y del balón, es ya urgente poner las cosas en serio, profesionalizar este deporte tan popular, en el que se adentra no sólo pasión sino también muchos intereses. Además, vienen muchas competencias empalmadas con el próximo torneo.
