La educación ayuda no sólo a conocer y progresar, sino a disfrutar lo que se tiene. Y hoy nos referimos a la cultura para gozar de cada una de las ramas deportivas de nuestra preferencia. Vamos avanzando y pugnamos por tener más y mejores espectáculos.
Pero desde siempre hemos insistido en que nos hace falta conocer el deporte para mejorarlo y disfrutarlo, y lo más importante apoyar, sabedores de que en esto se gana y se pierde y que mucho tiene que ver la actitud de los contendientes.
Y es que hemos desarrollado un dogma de las victorias, y cuando no llegan crucificamos a los competidores mostrándonos implacables exigiendo siempre triunfos, a pesar de que hubo entrega y sacrificio aunque los resultados no siempre resultaron favorables.
En los medios de comunicación hay mucho por hacer al respecto. Hoy se asoma con ojos curiosos a nuestros escenarios deportivos una nueva generación, formada por niños que apenas empiezan a tener conocimiento de las maravillas de cada una de las ramas y a los que tenemos la responsabilidad de formarlos adecuadamente.
Quienes escriben deportes tienen un gran compromiso. Deben ayudar a enseñar, a unirse en la misión de formar no sólo buenos deportistas sino también buenos aficionados, gente que conozca y disfrute de las justas entre caballeros y que sean lo más limpio posible.
El deporte debe ser una valiosa arma para combatir a los enemigos de nuestros niños y nuestros jóvenes. Quienes los comentan y los atienden deben cumplir con su misión de analistas y críticos objetivos, para no envenenar a seres influenciables que en lugar de ayudar causen daños.