Hacía tiempo que un equipo mexicano no despertaba tantas muestras de apoyo y solidaridad como ha ocurrido ahora con el Santos Laguna, que acaba de ser víctima en la capital de Argentina, de uno de los robos más infames y descarados que registra el futbol.
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En México entero, todo mundo, incluyendo al funcionario, al empresario, al bolero, al albañil, al político o al artista, todos vieron por televisión la absurda decisión de los árbitros paraguayos, que ya tienen un lugar en las páginas negras de la Copa Libertadores.
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Celestino Galván y Carlos Torres deberán no sólo ser sancionados sino expulsados de por vida del deporte y que incluso no vuelvan a poner un pie en donde se practique el deporte, porque atracos como el que cometieron no deben nunca repetirse.
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Ni siquiera el comentarista argentino, que todo el miércoles se dedicó a justificar el gran robo, fue apoyado por sus mismos paisanos que tiene a su lado como compañeros. Ni a ellos pudo convencer con unas imágenes que interpretaba con su propio argumento.
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Porque una y otra vez aparecía el contraste entre el arquero de River, Germán Lux, que se movía en los tiros de “Pony” Ruiz y Carlos Cariño y la frialdad de Lucchetti, que a pie firme esperaba el tiro de Montenegro, mismo que desvió. El robo se consumó y lo avalaron descaradamente.
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Y nuestras condolencias para el Lic. Arturo Ortiz, por varios años dentro de las filas administrativas del Santos, quien acaba de perder a su señor padre, sepelio ocurrido antier en Saltillo. El padre del Lic. Ortiz nunca se recuperó de un accidente automovilístico.
